
Como hablamos ayer, aquí te envío el resumen de la ponencia sobre CRISTÓBAL RUIZ y diversas fotos, incluida la de Margarita, mi hija, por si tienes a bien publicarla en nuestra página web.
Agradecido, recibe un saludo afectuoso.
OBRAS DE CRISTÓBAL RUIZ EN EL MUSEO DE JAÉN (I):Paisaje de Piedra Cubilla y Tierras de labor.
ECOS LÍRICOS Y ESTÉTICOS DEL 98
Margarita Sánchez Latorre
Conservadora del Museo de Jaén
Con motivo del I Centenario de la pérdida de las últimas colonias españolas (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), el llamado Desastre del 98, se celebraron múltiples actos tendentes a evaluar las consecuencias que en el orden literario, filosófico y artístico produjo dicha conmoción en la conciencia colectiva española a finales del siglo XIX. Dicho Desastre dio lugar a una notable pléyade de escritores y artistas, integrantes de una nueva Edad de Plata de la cultura española. Recuérdense los nombres de Azorín, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Unamuno, Zuloaga, Echevarría, Regoyos, etc., por sólo dar algunos nombres.
En los actos culturales celebrados en 1998, la figura del pintor de Villacarrillo, Cristóbal Ruiz Pulido, ha ocupado un lugar tímido, cuando no ha sido claramente olvidado.
A la luz de sus paisajes españoles conservados en el Museo de Jaén ‑uno de ellos donado por él mismo cuando el Museo era sólo un pequeño centro en ciernes‑ queremos tratar de restaurar el lugar que le corresponde en la historia de la pintura del siglo XX español, y en concreto en el seno de las corrientes noventayochistas en las que su pintura se inserta.
Una obra, la suya, que se hace eco del “alma de España” a través del paisaje, hondamente sentido e interpretado, con una poética, un misticismo y una sencillez que ya fueron percibidos por sus contemporáneos, que hablaron de influencias francesas simbolistas (Puvis de Chavannes) e impresionistas tardías (Eugène Carrière), cuando en realidad, se trataba de una pintura profundamente singular e individual.
Cristóbal Ruiz ha sido incluido en distintas generaciones de artistas: la Generación del 14 o de Ortega y Gasset y la Generación del 27 o del Neocasticismo, todas ellas herederas del 98. Pero como decimos, Ruiz es un artista solitario, con una pintura de profunda delicadeza que se va haciendo progresivamente más sintética.
Nacido en Villacarrillo en 1881 (el mismo año en que Picasso nace en Málaga), marcha tempranamente a Córdoba a estudiar carpintería. Allí descubre sus habilidades para el dibujo Rafael Romero Barros, el padre de Julio Romero de Torres, que se convertiría en su primer maestro. Después acudirá a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como discípulo de Alejandro Ferrant, otro gran artista del momento.
En el cambio de siglo, saltará al París de las vanguardias, al París de Picasso y de los españoles de la Escuela de París, donde permanecerá durante más de un decenio, trabando la imperecedera amistad del pintor onubense Daniel Vázquez Díaz, del asturiano Evaristo Valle, con quien compartirá estudio, o del italiano Amedeo Modigliani. Pero París es un lugar difícil para una personalidad sensible y ajena al ritmo trepidante de las vanguardias (Cristóbal Ruiz es de esos pintores que asumieron la renovación en su pintura, pero manteniéndose fiel a sus orígenes, a su carácter, sin violentar su naturaleza con continuas rupturas). Casado y con una hija, decide volver a España, donde ejercerá como docente en la Escuela de Artes y Oficios de Úbeda y como Catedrático de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Famosos serán sus paisajes de los alrededores de Villacarillo y sus niños de Úbeda de esta etapa.
En la Guerra Civil, colabora en las labores de salvamento y evacuación del Museo del Prado, antes de marchar al exilio en Puerto Rico, donde será ampliamente reconocido como profesor, como artista, y donde su pintura se hará más sintética, sus paisajes más fundidos con la atmósfera luminosa boricua ‘puertorriqueña’ y su pintura de modelos quedará cautivada por el nuevo canon de belleza que le ofrece la raza negra.
En esta comunicación, por razones de espacio, trataremos de dos de sus paisajes españoles y los pondremos en relación con los comentarios de Azorín, de la Revista Don Lope de Sosa y con la obra de sus contemporáneos Marceliano Santa María, Aurelio García Lesmes o Benjamín Palencia.


Antonio Machado por Cristóbal Ruiz.
Campos de Fuensaldaña de Aurelio García Lesmes.



