San Juan de la Cruz en Úbeda, 1

23-08-2011.

Agonía, muerte y milagros

No puedo decir con exactitud cuándo supe que en Úbeda había muerto y estuvo enterrado el fraile carmelita descalzo Juan de la Cruz. Tampoco recuerdo si alguna vez visité el convento en donde el gran escritor místico vino a morir.

Creo no haberlo soñado, si digo que recuerdo que en el internado de la Sagrada Familia de Úbeda se recibían a veces visitas de personalidades de mayor o menor importancia. Me parece que las que más me impactaron fueron dos de desigual catadura: la del jefe del Estado, Francisco Franco, y (si a eso se le puede llamar visita) la del cráneo de San Ignacio de Loyola. He de confesar que la blanquísima reliquia del fundador de la Compañía de Jesús me impresionó más que la figura de aquel todopoderoso hombrezuelo regordete, casi calvo y con un castaño y grueso bigotito.

Años después, en un viaje a Lisboa, estuve en el Convento Carmelita de Alba de Tormes, en donde pude contemplar “intacto” un brazo de Teresa de Jesús; y luego, camino de Lisboa por el Alentejo, me detuve en la preciosa Évora, en donde me impresionó La Capela dos Ossos, toda ella emparedada con huesos y cráneos humanos.

Me preguntaba yo, por entonces, si en Úbeda se habían conservado reliquias de San Juan de la Cruz.

No hace mucho, con motivo de un trabajo sobre la figura y escritos de Juan de Yepes, tuve la ocasión de consultar dos excelentes (y dispares) biografías sobre el místico abulense. La primera biografía tiene la ventaja de ser el inicial boceto que se hizo sobre la historia de la vida “exterior y visible” de San Juan. Se titula Dibuxo del venerable varón fray Juan de la Cruz. Fue publicado en 1629 por fray Jerónimo de San José, monje carmelita descalzo nacido en Maillén, aldea zaragozana, en 1587 y fallecido en 1654. (Pongo entre comillas los dos adjetivos “exterior y visible”, porque en 1628, es decir un año antes, se había publicado en Bruselas una Historia de la vida y virtudes del venerable padre Juan de la Cruz, obra de José de Jesús María. En ella se hace el relato y análisis de la vida “interior” o espiritual del santo).

La segunda biografía es la clásica y reputada Vida de San Juan de la Cruz, obra póstuma del leonés Crisógono de Jesús, también fraile carmelita descalzo, publicada en 1945, pocos meses después de su muerte.

Añado con respeto a los autores de estas dos biografías que, situados en sus respectivos contextos, uno y otro están considerados como historiadores prestigiosos y respetados.

Efectivamente, fray Jerónimo de San José fue Cronista General de la Orden Carmelita. En 1635, terminó la Historia de la Reforma del Carmelo y, en 1641, la Historia del venerable padre fray Juan de la Cruz. Para la confección de estas obras, recogió datos de primera mano e incluso elaboró un cuestionario al que debían responder los testigos relacionados con los fundadores de los Carmelitas Descalzos (método que utilizaba el Vaticano para los procesos de beatificación y de canonización). Actualmente, su obra está considerada por algunos como un modelo de rigor científico y honradez histórica.

Al aludir a la citada historia de fray Jerónimo, fray Crisógono de Jesús afirma que «ha sido hasta el siglo XX la mejor biografía sobre San Juan, tanto por la abundancia de información como por el clásico estilo del autor». Y, refiriéndose en particular al Dibuxo…, editado en 1629, lo elogia diciendo que es un «compendio biográfico que se reeditó muchas veces ya suelto, ya al frente de las ediciones de las obras del Santo, y lo mismo traducido a otras lenguas […] hasta 1912». (Ver Vida de San Juan de la Cruz, Bibliografía, pág. XVI, Madrid 1982, undécima edición).

En cuanto a la biografía escrita por fray Crisógono ‑gracias a su amplísima investigación y consulta en los archivos, en donde se encuentran los documentos relativos a San Juan de la Cruz y los originales de sus escritos‑, figura entre las mejores biografías, si no la mejor, por su valor histórico y documental.

Volviendo a leer en estos días el Dibuxo del venerable varón fray Juan de la Cruz de fray Jerónimo de San José, en su texto de 1629 y la Vida de San Juan de la Cruz de fray Crisógono de Jesús en su undécima edición, me asaltó aquella pregunta que hace años me hice a propósito de la estancia y reliquias de San Juan de la Cruz en Úbeda. ¿Qué decían a tal propósito los dos biógrafos?

Con objeto de responder a esta curiosidad (que algunos podrían calificar de malsana), releí, de cada una de las dos obras y con especial cuidado, aquellos capítulos en donde los dos biógrafos se refieren a la enfermedad, agonía, muerte y milagros de San Juan de la Cruz en Úbeda.

Esta etapa final de la vida de San Juan la relata el Dibuxo… de fray Jerónimo en las páginas 34 a 51, mediante pequeños capítulos definidos así:

Capítulo 13: Año 1591. Enfermedad última del Venerable Padre (p. 34-38).

Capítulo 14: Año 1591. Su admirable muerte (pp. 38-43).

Capítulo 15: Año 1591. Milagros después de muerto (pp. 43-51).

En cambio, en la Vida… de fray Crisógono de Jesús, dicho periodo ocupa sólo un capítulo, denominado de la manera siguiente:

Capítulo XX: A cantar maitines al cielo (14 dic. 1591 = 49 años; pp. 385-406).

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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