De Alfredo Valenzuela Barberán

04-06-2011.

Querido José María:

Acaba de aparecer una novela mía en la editorial Paréntesis. Aún no tengo suficientes ejemplares a mi disposición. Sin embargo, la Agencia EFE ha distribuido hoy esta nota (de Alfredo Valenzuela Barberán) para divulgarlo en los distintos medios de comunicación. De mi novela Río Negrón, que ha sido premio Gabriel Sijé 2010, te mandaré por correo, el lunes, un ejemplar. De ésta, sí tengo ejemplares para los amigos. Un abrazo.

Manolo Jurado.


Alfredo Valenzuela Barberán nació en Lopera (Jaén) en 1962. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, es autor de Vengo buscando pelea, sobre el roquero Silvio, y coautor de una historia de la Cartuja de Sevilla. Redactor de la Agencia EFE, ha sido colaborador habitual como articulista, entrevistador y crítico literario de una docena de diarios y de una veintena de revistas, y es comentarista de radio en “Intereconomía-Andalucía Abierta”.

El novelista, poeta, traductor, crítico y profesor Manuel Jurado López (Sevilla, 1942), que acaba de publicar Los meteoros (Paréntesis), una novela en la que recrea la posguerra sevillana, ha dicho a EFE que con la novela «no se ajustan cuentas: se liquidan deudas». En este caso concreto, el autor ha dicho: «Tenía una deuda con mi barrio ‑nací en el Cerro del Águila (barrio obrero de Sevilla)‑, con mis padres, con aquellos vecinos de la calle Aníbal González, con los “gratuitos” que inauguramos el Portaceli (colegio jesuita), con el padre Luque, con aquellos andalucistas clandestinos que conocí en Écija…».

 

También ha querido con esta novela cerrar otra deuda «con las prostitutas que tenían su casa de citas frente a la ventana de mi dormitorio; con un grupo de amigos entrañables que conocí en Suiza, a los que he convertido en subalternos de un torero ficticio; y, naturalmente, conmigo mismo». El autor ha supuesto que «habrá lectores que se sientan identificados con el personaje narrador; quienes reconozcan lugares y situaciones vividas o escuchadas; quienes, al leer el libro, evoquen escenas complementarias, porque es una novela que abre una ventana a la memoria de la Sevilla de esas tres décadas siguientes a la guerra civil».

 

La ciudad de Sevilla, en las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta, se refleja en estas páginas con todo su “vitalismo y miseria”, mientras que el autor ha considerado que «las zonas deprimidas y marginales son humanamente más expresivas que las zonas acomodadas». En la obra, pese a su realismo, hay «una visualización espiritual de las miserias de la ciudad, envuelta en el ropaje de lo ostentoso», según Jurado López, quien ha advertido que «realismo no significa empobrecimiento de la expresión», que ha cuidado el lenguaje al detalle buscando un “regusto sensorial” en ambientes y situaciones.

 

Los meteoros, según su autor, aspira a ser un gran fresco sociopolítico que refleje «la política, la literatura, el cine, el mundo del flamenco, las costumbres, las tertulias clandestinas, los toros, el estraperlo, la represión policial, la prostitución, la vida cotidiana, la educación, la represión y las pequeñas aspiraciones de hombres y mujeres de la burguesía y de los arrabales obreros». Todo eso «al mismo tiempo que se sigue en paralelo la evolución personal del protagonista» y mediante la acción desarrollada por «personajes reales, históricos y ficticios que se entremezclan con toda naturalidad y dan lugar a una gran galería de retratos», de hasta cien retratos, ya que por la narración desfilan un centenar de personajes.

 

Jurado López ha explicado que «ficción y realidad se mezclan, de modo que los elementos autobiográficos, más relevantes en los primeros capítulos, van cediendo conforme avanza la trama novelesca, hasta diluirse hacia el final». El autor ha confesado que hasta ahora no se ha sentido «con fuerzas suficientes para volver a aquel mundo de la infancia y la adolescencia» y que, por eso, no ha abordado antes estas historias que parten de su casa de la infancia, en la sevillana calle de Aníbal González, descrita en la primera parte de la novela y que «aún permanece casi exactamente igual, aunque apuntalada».

 

Novela de iniciación, por tener a un muchacho de protagonista, Los meteoros posee un «desconcertante final», como si se tratara de «un juego literario que dulcifica ligeramente la amarga trayectoria del protagonista», según su autor.

 

 

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