Son las ocho de la noche y hay tal cantidad de gente que ya no cabe un alfiler en la Sala Julio Corzo, por lo que pienso que lo mejor será cambiarse al Auditorio para que quepan todos los asistentes. ¡Mira que en un principio se pensó hacerlo en la sala más pequeña, pues no se sabía la acogida que iba a tener; pero ahora podemos comprobar cómo la autora ha convocado a multitud de familiares, compañeros, amigos y conocidos que no quieren dejarla sola en este parto cultural tan extraordinario!
Así que yo, el maestro de ceremonias, anuncio por el micro el mencionado cambio. Todos nos vamos al Auditorio para realizar la presentación de gala, con el permiso del bedel de turno, a quien bien conocemos; y agradecemos su amable disposición, al final, con el regalo de un libro.
Mesa presidencial en el Auditorio del Hospital de Santiago: cálidos aplausos para Margarita.
Una vez hecha la mudanza y estando todos bien instalados ‑el público en el patio de butacas y los que van a intervenir en la mesa presidencial‑, vuelvo a explicar el motivo del repentino cambio. Da comienzo el acto al que, aunque está invitado, el Alcalde de la ciudad no asiste ni ha enviado a un concejal que lo represente. Luego, días más tarde, se disculparía…
Agradezco la masiva asistencia, que nos ha sorprendido a todos, y doy las gracias al Excelentísimo Ayuntamiento de Úbeda por habernos dejado usar las dos salas para hacer este acto que celebramos. Después, comparo que, al igual que el día anterior había estado Antonio Muñoz Molina presentando el libro de su mujer, Elvira Lindo: Lo que me queda por vivir, en este mismo recinto, hoy lo hago yo igualmente con el libro de mi esposa, Mis cuentos, acordándome de mi suegro, don José Latorre Salmerón, dilecto y sempiterno maestro de la Safa ubetense, que desde el Cielo asistirá ‑con delectación‑ a este emotivo acto.
A continuación presento a Antonio Ceballos Guerrero como encargado de glosar el libro que hoy ve la luz. Es maestro, historiador, articulista y bibliófilo que, desde la atalaya de la Biblioteca de Andalucía en Granada, sabe mostrarnos el camino de las lecturas más recónditas e interesantes a golpe de ratón.
Expectante público en el Auditorio del Hospital de Santiago.
Comienza dando las gracias a la autora por tener el honor de presentar su libro y expresa tener similares sensaciones que el padre Coloma, cuando lo llamaron a Palacio para explicar, al futuro rey Alfonso XIII, la pérdida de los dientes infantiles, mediante el cuento intemporal del Ratoncito Pérez. Recuerda que escribir un libro de cuentos es algo muy especial y que se ha dado en todas las culturas y épocas; pues contar cuentos es un oficio de madres y padres, que produce un milagro entre el que cuenta y el que escucha, siendo ambos felices mientras se representa la vida misma, que a su vez es fantasía, como escuela de realidad donde princesas encantadas, reinas tiranas, hadas y brujas, duendecillos y otros seres misteriosos, montañas y árboles mágicamente animados, dualidades… toman forma en la palabra y en la imaginación del lector-oyente.
El Auditorio del Hospital de Santiago ensimismado…
Y nos trae a colación a nuestro penúltimo Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, quien vaticinaba como futuro buen lector al niño que leyera, como él de pequeño, cualquier historia que cayese en sus manos. Resumiendo: «La aportación que nos hace hoy Margarita Latorre es para sentirse orgullosa, ella y toda su familia».
Seguidamente presento al autor de las ilustraciones del libro Mis cuentos, Francisco Tallante Barbero, destacado artista que se prodiga poco, maestro jubilado del colegio Virgen de Guadalupe con dotes literarias ocultas y dominador de lenguas muertas y vivas cual hombre renacentista…
Comienza diciéndonos lo difícil que es escribir para niños y que es preciso tener un don especial que Margarita hoy, de repente, nos ha permitido descubrirlo:
—Ilustrar sus cuentos ha sido tarea fácil y gratificante. Simplemente, viendo u observando las caras de los alumnos de su clase, los dibujos surgían allí mismo, como por encanto, a punto de bolígrafo o grafito…