31-12-2010.
Grises pinos y abeto dolorido,
ocasos sin color ni alba temprana:
un año más ya cierra su ventana
llevándose al jamás cada latido
de este cuerpo engendrado en el gemido;
de estas manos lanzadas al mañana,
de estos ojos que buscan cosa humana
o divina que den luz y sentido.
¿Qué nos queda –te sigues preguntando–
mientras que dulcemente la ventana
del tiempo, sin tiempo va cerrando
sin ruido, sin color ni alba temprana,
grises pinos y abeto dolorido
donde yacen la luz, tacto y sonido?