Arbolitos y hojarasca

25-11-2010.
Un paisano ya ha escrito sobre lo que yo incido ahora. Otro me instó a hacerlo en los medios informativos, sin saber o no acordarse de que yo, en realidad, apenas si colaboro de tarde en tarde y no por sistema en los mismos. Mas vayan ahora de este tema unas líneas, que no tienen ni que coincidir ni que oponerse a lo ya escrito por otros.
Me refiero a dos temas actuales y a la vez de interpretaciones divergentes en cuanto a su tratamiento: la hiedra de la espadaña de la iglesia de San Lorenzo y el laurel de la fachada del Hospital de Santiago.

Hace años, estando yo metido de hoz y coz en las tareas de reportero, ya se debatía sobre la procedencia o no de mantener la espesa hiedra que cubría la fachada y espadaña de esta iglesia, tan deteriorada por demás. Entonces, los técnicos interpretaban que la hiedra consolidaba esa estructura pétrea muy dañada y que, si se quitaba, corrían serio peligro de desmoronarse los bloques que la constituían. Digo que eran palabras de los técnicos (y supuestamente con ellas bastaba). El debate, pues, existió; pero se zanjó.
A mí, particularmente no me disgustaba esa pátina neorromántica que daba la hiedra a la plaza y a la iglesia, que le da nombre, tan decrépita y de fachada poco decorada, pues la puerta está bastante descentrada respecto al espacio frontero. Parece ser que existían, no obstante, quienes discrepaban de tal predominio verde en el edificio.
Ahora han ido a por la hiedra. La han secado. Han dejado una especie de esqueleto que resalta al contraluz de la espadaña: horrible. Ya puestos, espero que lo retiren y se verá, entonces, si de veras la hiedra servía de sostén a la fábrica o todo eran palabras necias. Desde luego, lo que estaba y está muy mal es el lienzo sur amurallado del templo, que se abre como una naranja.
Lo del laurel es cosa de ver. Magnífico y bien tratado, lindamente recortado en semiesfera, campa orgulloso en la lonja del Hospital de Santiago. Y tal es su orgullo, que amenaza con suplantar la horizontalidad lineal de la austera fachada. La biblioteca municipal se queda sin luz, pues la sombra del árbol es enorme, y la majestuosa fábrica de lonja y fachada quedan alteradas por tan tremendo ejemplar de árbol.
Alguien me susurró: «Este se come al hospital».
Y hay voces que claman porque sea retirado, con las debidas precauciones y garantías de subsistencia en otro lugar. Yo añadiría que se retire todo lo que entorpece la visión del conjunto del Hospital de Santiago, en la grandiosa fachada y por los laterales. Las bardas, antaño, tenían su justificación; mas ahora… Se pueden dejar las puertas oriental y occidental para entrar en los jardines, ahora cerrados, y un perímetro suficientemente disuasorio, pero que deje visionar todo desde todos los ángulos. Esas piedras se emplearían, con seguridad, en otros edificios que las necesiten. Esta última idea no lo es de origen mía, sino que ya la declararon otros ubetenses (sin que se les hiciese caso, naturalmente).
Porque, puestos a hacer caso a los técnicos (o a quienes les dan las órdenes), no se entiende cómo en la inicial remodelación de la calle Nueva (antaño, equipo regidor de nuestros intereses) sí pudieron colocarse los contenedores soterrados en el espacio del INEM (o como se llame ahora) y, sin embargo, en la actual y esperamos definitiva remodelación esos contenedores se han colocado en el inicio de la parte estrecha de dicha calle. ¿Ahora no es procedente el emplazamiento anterior? ¿Por qué motivos, si se pueden saber…?

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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