04-10-2010.
Visita organizada por el Museo Arqueológico de Úbeda.
Autor del texto y comentarista de la visita, Juan Ramón Martínez Elvira.
Autor de las fotografías y director del Museo, José Luis Latorre Bonachera.
Las actuales calles de Juan Montilla y Prior Monteagudo constituyen el eje divisorio entre la parroquia de Santa María y las de Santo Domingo y San Lorenzo. Esta visita la comenzaremos con la primera de dichas calles, para proseguir por algunas correspondientes a la jurisdicción parroquial de Santo Domingo.

La de Juan Montilla ‑en su primer tramo sólo‑ formó parte del Real Viejo. Real porque, tras la reconquista de la ciudad, la calle pasó a ser posesión del monarca, mientras que el adjetivo Viejo denota su mayor antigüedad respecto a la otra parte del mismo nombre.
También se llamó de El Colegio (Colegio de Niños de la Doctrina Cristiana), institución que fundara en 1551 el jesuita Diego de Guzmán y localizada en casas compradas por él en la acera impar o de Santa María. Uno de sus rectores fue el idiota Francisco Fernández, acemilero, procesado por la Inquisición, pero al que luego ‑bajo el apelativo de fray Francisco de Jesús El Indigno‑diera el hábito de carmelita, en la propia Úbeda, el padre Gracián.
Vecinos notables fueron el regidor Pedro de la Puebla, el hidalgo don Juan Chacón y los mercaderes Juan de Cuéllar y Álvaro Méndez, mención aparte de los sucesivos moradores del palacio de Vela de los Cobos, entre los que hay que destacar al que fuera Ministro de Gracia y Justicia, don Juan Montilla y Adán, al cual se dedica hoy esta calle.
Además del ilustre servicio docente del colegio, gozó el Real Viejo de otros más prosaicos, como los de bodega y mesón.


Saliendo a Corazón de Jesús [antes de Santo Domingo o Marquesa(s)], contemplamos una noble mansión en la placeta que se abriera hace tan sólo unas décadas. En ella campea el escudo de los Molina, Córdoba, Valencia y Peñuela, apellidos correspondientes ‑según Barranco Delgado‑ a su fundador, de nombre don Antonio. Sin demasiado rigor, tanto a la casa como a la calle se les denomina de Juan de Valencia.
Superado el segundo tramo de Juan Montilla, llegamos a la calle conocida popularmente como El arroyo de Santa María (que veremos en la próxima visita). En todo lo alto de ella, se abre por su derecha la del Pintor Orbaneja, personaje ficticio, ridiculizado por Cervantes en El Quijote. Pero con anterioridad se llamó también de El Pintor, aunque en este caso, referido a un personaje real, de carne y hueso: Esteban de Quintana, que vivió en esta calle los años justos para darle el nombre de su oficio.

