11-09-2010.
Así es cómo El Consumo pudo convertirse en lo que es actualmente en todas partes: una forma de vida completa ‑la obsesiva y patética búsqueda del disfrute siempre diferido del Objeto que falta‑, reivindicado como tal en la práctica y celebrado en la fantasía como una contracultura emancipadora: ¡Todo y ahora mismo! ¡Considerad vuestros deseos como realidades! ¡Gozad sin límites y vivid sin tiempos muertos! Que le ha venido como anillo al dedo a todas las agencias de marketing. Es así cómo los grandes depredadores de la industria, los medios y las finanzas con la complicidad de sus instituciones internacionales y colaborando todas las clases políticas occidentales pretenden construir una cibersociedad de síntesis, cuyo mandamiento único sería: Dejar hacer, dejar pasar.
Ahora podemos comprender el movimiento que desde hace más de treinta años transforma la escuela, llevándola en una dirección siempre idéntica. Invocando a la vez una democratización de la enseñanza (una mentira absoluta) y la adaptación necesaria al mundo moderno (una verdad a medias), lo que se está construyendo a través de todas estas reformas igualmente malas es “La escuela del capitalismo total” para que, en un futuro, las principales compañías transnacionales puedan dirigir con toda eficacia la guerra económica mundial del siglo XXI. Los señores de la guerra de los reinos combatientes de la economía mundial, con todo su ejército de legistas y letrados, se reunirán constantemente para la gobernabilidad de este mundo. Así lo delatan ciertos informes, memorandos o testimonios que, con cuenta gotas, pueden captar espíritus curiosos o investigadores obstinados.
Eso es lo que dice el informe de los quinientos políticos, líderes económicos y científicos de primer orden, que se consideraban así mismos “la élite mundial” cuando, en 1995, se reunieron para contrastar su punto de vista acerca del destino de la nueva civilización. Da espeluzno leerlo: En el próximo siglo, dos décimas partes de la población serían suficientes para mantener la actividad de la economía mundial, por lo que, tras un debate, se llegó a la conclusión de que para mantener la gobernabilidad del ochenta por ciento de la humanidad sobrante, cuya inutilidad habría sido programada por la lógica liberal, sería necesario proporcionar un cóctel de entretenimiento suficiente que permitiera mantener de buen humor a la población frustrada del planeta. Por ello, las reformas educativas habrían de configurar el aparato educativo según los únicos intereses políticos y financieros del Capital.
Sus características habrán de ser: tener distintas élites científicas, técnicas y de gestión al más alto nivel para seguir transmitiendo, según el modelo de escuela tradicional, no sólo los saberes sofisticados y creativos, sino el mínimo de cultura y de espíritu crítico, sin los que la adquisición y el dominio efectivo de dichos saberes carecerían de sentido y, ante todo, de cualquier utilidad verdadera.
En cuanto a las competencias técnicas medias, se trata de saberes deseables; tan deseables como los humanos que los detentasen provisionalmente, en la medida en que, al basarse en competencias rutinarias y estar adaptados a un contexto tecnológico preciso, dejan de ser operativos en cuanto se supera su propio contexto. Por eso, desde la revolución informática se prima con que todo son ventajas; a que se pueda aprender solo en la propia casa, ante el ordenador con el programa educativo correspondiente. Es la enseñanza multimedia a distancia con la que la clase dominante podrá matar dos pájaros de un tiro: vender sus productos en el mercado de la formación continua y, por otro, decenas de miles de profesores se transformarán en algo completamente inútil, por lo que podrán ser despedidos y su masa salarial ahorrada en operaciones más rentables para las grandes compañías internacionales.
Luego, quedan los más numerosos, los desempleados o empleados de forma flexible y precaria, en los distintos trabajos basura, no constituyendo un mercado rentable; y su exclusión social se agudizará a medida que los otros sigan progresando. Por ello, la costosa transmisión de saberes reales y críticos, así como el aprendizaje de comportamientos cívicos elementales o, sencillamente, el fomento de la rectitud y de la honestidad, no presentan aquí ningún interés para el sistema; incluso puede suponer una amenaza.
Obviamente, es en esta escuela para la mayoría donde debería enseñarse la ignorancia en todas sus formas posibles. Como no es tarea fácil, y más para los profesores tradicionales, será preciso reeducarlos y obligarles a trabajar de forma distinta, bajo el despotismo ilustrado de un ejército potente y organizado de expertos en ciencias de la educación que buscarán la disolución de la lógica: la pérdida de la posibilidad de reconocer instantáneamente lo que es importante y lo que es accesorio o está fuera de lugar; lo que es incompatible o, por el contrario, lo que podría ser complementario; todo lo que implica tal consistencia y lo que, al mismo tiempo, lo impide…
Otro paso más es convertir al alumno en consumidor incívico y, si es necesario, violento, bastando con prohibir toda institución cívica eficaz y reemplazarla con cualquier forma de educación ciudadana, donde se refuerza el discurso dominante de los medios y el mundo del espectáculo. Así se podrán fabricar consumidores de derecho, en serie, intolerantes, pleitistas y políticamente correctos, fácilmente manipulables, dando trabajo a los grandes gabinetes de abogados.
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