03-08-2010.
60/70, VII
El apartamento, en donde Javier Tobajas y su compañero, el seminarista mejicano, cuidaban al niño de los Lasa, estaba en la planta baja de un edificio de cinco pisos. Era uno de los tres inmuebles que la alcaldía de Friburgo había hecho construir rápidamente, para poder alojar, a un precio razonable, la avalancha de emigrantes que llegó a finales de los años 50. Durante el mes de agosto, muchos de los emigrantes pasaban las vacaciones en su tierra y dejaban la llave de la entrada a algún paisano o amigo para que se encargara del gato, de los canarios o de las macetas.