Se buscan, por distintos motivos. El padre Antonio Calles y don Antonio Pérez, y 4

02-05-2010.
El caso de don Antonio es distinto. Todos los menosprecios, descortesías, vilipendios o desatenciones de que fue objeto deberán ser reparados a la mayor brevedad, de forma clara y contundente, con una acción ejemplar que trascienda más allá de los muros tutelares del colegio. Sin perjuicio de que pueda encontrarse otra iniciativa mejor, propongo que, a la puerta de los váteres de la antigua Tercera División, se erija un monumento de eterno reconocimiento a la persona de nuestro inspector, por varias razones:

Por haber tenido la sobrenatural intuición de adivinar los enormes perjuicios del tabaco en una época en que fumar estaba bien visto por casi todo el mundo; por haber tratado de evitar, hasta más allá de donde su deber le exigía, que cayéramos en tan pernicioso vicio; por sus constantes desvelos y cuidados hacia nosotros, sus queridos muchachos; por haber sido, aunque sin saberlo, el propulsor de todos los “días sin humo” que desde entonces se han celebrado y siguen celebrándose en el mundo; y, finalmente, como acto reparador por las constantes ingratitudes con que pagamos sus desvelos y atenciones.
El importe de la obra creo que debería ser soportado casi en su totalidad por el padre Antonio Calles y, en menor cuantía, por José María Ruiz Vargas y por mí, siendo cargada una pequeña cantidad simbólica a cuenta de los demás alumnos del curso.
Hepensado también en la forma que habríamos de darle al monumento y, huyendo de los diseños de actualidad, tan poco expresivos y difíciles de entender, he pensado en algo alegórico como una pirámide, un dolmen o un monolito en bronce o piedra, en el que quedaran grabados para siempre estos endecasílabos “a maiore”, con rima asonante alterna, como homenaje y reflejo pálido y exiguo de los méritos contraídos por él, en las campañas antitabaco que llevó a cabo.
Enérgica nariz, casi canina
magnífica en funciones de control
cazaba fumadores, ¡cosa fina!
con única y pasmosa precisión.
Temible olfato, certero y diligente.
Soberbio dogo, sin par acusador,
capaz de escudriñar hasta en los dientes
las huellas del tabaco delator.
Fuiste el genio, el “crack”, el superclase
del aire, del venteo y del tufillo,
rastreabas humos nuevos en las clases,
en patios, en estudios y en pasillos.
Aventajado del tiempo y de la ciencia
salvaste nuestra vida amenazada,
combatiste el tabaco y su demencia
cual capitán de intrépida cruzada.
Consecuente a la voz de tu destino
perdiguero de alientos y cogotes
¡perdona al que en terrible desatino!
te llamara algún día «tonto del bote».
El tiempo al fin te concedió la gloria
Augusto Pérez, insigne profesor.
Tú quedarás por siempre ante la Historia
como azote nasal del fumador.
Al acto serían invitadas y convocadas todas las cadenas de radio y televisión, tanto autonómicas, como nacionales, públicas y privadas, sin olvidarnos de las extranjeras. La presentación correría a cargo de don José María Ruiz Vargas, doctor en Psicología y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. Las velas para el obligado oficio religioso serían encendidas personalmente por el Excelentísimo Señor Alcalde de Villanueva de Córdoba, provincia de Córdoba, don Antonio Muñoz Pozo. Otros asistentes, igualmente honorables, serían los integrantes del Concejo de Guadalix de la Sierra, que “bajo maza” escoltarían a su alcalde, el Excmo. Señor don Luis Almansa Ruiz.
A continuación y tras un abucheo intenso y escandaloso, en el que se permitiría arrojar toda clase de objetos relacionados con el evento, como colillas, encendedores, etc., el padre Calles procedería a inaugurar formalmente el monumento.
Finalmente, y como ceremonia de clausura, se redactaría un documento reivindicativo, dirigido a la Junta de Andalucía, condenando los enormes daños que el vicio del tabaco aporta a ciudadanos y ciudadanas fumadores y fumadoras, activos y activas, pasivos y pasivas, solicitando que tenga a bien entregar lo antes posible, en efectivo a poder ser, la parte de los sesenta mil millones correspondiente a cada uno o cada una.
Con la recogida de firmas, el aplauso y los abrazos de rigor, a los acordes de algún tema de Sabina, tendría lugar la despedida de todos los asistentes y asistentas.

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