Los trinitarios: Los últimos serán los primeros, y 7

31-12-2009.
¿No estarán los cientos de generaciones que anduvieron por la Montaña de la Cabeza, desde que el mundo es mundo, echándose manos a la cabeza por el crimen ecológico, óptico y acústico, que se ha cometido alrededor de la Montaña, sobre todo en estos diez últimos años, tiempo en el que los falsos devotos de la Cabeza han medrado, corrompidos por el becerro de oro, hasta convertir aquel lugar (lugar, en todo el sentido sagrado del término) en un espigón de la especulación y del cambalache, hasta llegar al disparate (que todos los andujareños conocemos) de construir decenas de casas adosadas, mientras la Federación de Peñas Romeras se las ha visto y deseado para conseguir el visto bueno del proyecto de su albergue romero?

¿Será que somos más romeros de fanfarrias y cohetería que de silencios fértiles? ¿No estaremos signados por la maldición de los templarios, disconformes con haber borrado de nuestro entorno casi todos sus símbolos, incluso su Virgen Negra Templaria, y habremos caído en una fe fácil, festera (que no festiva), verbenera (que no feriada), donde incluso se ha sustituido la primigenia intención de las romerías universales, la sana intención de la fertilidad, por la del echa y bebe, que no nos farte de ná?
¿Es así como queremos que los viejos templarios se callen, enfunden su espada y pongan trabas a sus corceles? ¿Acaso no hace más daño esta forma de actuar que la leyenda de los bafometos o relicarios parlantes, por lo que se llevó a la hoguera a cientos de templarios?
Así, con el consentimiento del pueblo beaturrón y dormido (pueblo que debería ser devoto y altivo), llegan impasibles, a nuestra Montaña Sagrada, masones de medio pelo, botarates del oportunismo, meapilas de campiña, engaitadores de incautos, sandios, acémilas, felones y otras celebridades que, apoyándose en la fe popular para medrar, confundidos entre la buena gente, la infinita gente de la que hablaba en su recordado pregón Inma Soriano, dan a nuestra romería un carácter que puede cautivar por sorpresivo a los que se llegan por primera vez hasta el Cerro; pero que pone en guardia a los que, por sus convicciones firmes y a pesar todos estos dinilleros, llegan cada primavera hasta el Cabezo.
Cabezo al que se podía llegar, visitando de trecho en trecho, una serie de ermitas, hoy abandonadas, desaparecidas o derruidas, a excepción de la ermita de San Ginés que, desde el cielo, deberá estar agradecido a las buenas gentes de la peña romera Peregrinos del Alba, que fueron capaces de hacer un nuevo milagro a finales del siglo XX, pero que deberían profundizar (y se lo insinúo con el máximo de los respetos) en las connotaciones esotéricas y ocultistas de este santo.
Su explicación tendrá que, alrededor de la devoción a María (en la Montaña de la Cabeza) surgiera un rosario de ermitas, bajo advocaciones de santos extraños; ermitas que, como brújulas, indicaban al caminante que, aunque se distrajese unos palmos del verdadero camino, siempre llegaría al Cabezo.
A buen seguro que aquellos ermitaños, a imitación de los jacobos del Camino de Santiago, comprendieron que se podía vivir casto, pobre y libre, en aquellos asombrosos parajes que conducían a la Acrópolis Sagrada.
En ese camino al Templo, Templo dolménico de la vieja Tartessos (hoy el Templo más milagrero de las Andalucías), se levantaron una serie de ermitas de las que no puedo sustraer a los lectores, incluso antes de acabar este capítulo trinitario; porque, al fin y al cabo, los santos, bajo cuya advocación se levantaron, nos demuestran el ocultismo de esta tierras, cosa esta que deberíamos tener como un atenuante de muchos quilates, cuando no comprendemos ‑yo el primero‑ cómo pueden ocurrir, por estos lares, casos y cosas como los de Flash Back o Iker Jiménez. O ¿estará en ello la explicación?
Si cito cada diez páginas o cada tres párrafos la figura de Iker Jiménez, es porque, poco a poco, conforme vamos avanzando en este camino, voy comprendiendo que Iker puede ser una más, otra de las víctimas que se apresuran a recorrer nuestros caminos viejos sin la debida “iniciación”. ¿Será esa la misma razón por la que los Hermanos Mayores de fiesta de Romería necesitan unos cursillos iniciáticos como aval para obtener el plácet del pastor de la diócesis de Eufrasio, pastor que ahora tiene báculo en la que fue “ruta de la plata”?
Antes de proseguir abundando en la extravagancia mágica de nuestras ermitas y sus santos, no quiero dejar en el olvido algo que la figura de Carlos Torres Laguna, voluntaria o involuntariamente, trae a colación a favor de la Andújar templaria. Cuando este sabio historiador y cabal médico de cabecera, en su primer libro sobre Iliturgi (hoy se llamaría Isturgi), habla en su capítulo XIV del puente romano, me deja boquiabierto: tanto, que cada vez que leo y releo este capítulo se disipan mis ligeras nieblas, si es que me quedaba alguna brizna de ellas.
Dice Torres Laguna que el 14 de mayo de 1597, con motivo de la traída de las reliquias de San Eufrasio, el obispo Terrones del Caño, casi al final de un histórico sermón, dijo: Este puente se hizo por un maestre de Calatrava, y esta ciudad la trae por armas en sus sellos. Más adelante, don Carlos, (ignoramos si tenía fobia santa a los calatravos), sigue escribiendo: Andújar nunca perteneció a la Orden de Calatrava y, si en alguna ocasión así se entendió, surgieron las protestas y se manifestaron ¡as disconformidades en forma rotunda y categórica.
Entonces… ¿quiénes labraron sobre las piedras del puente romano los signos gráficos, que el estudioso José Cruz supone ibéricos y que coinciden con claves gráficas templarias?
¿Por qué un obispo como Terrones del Caño se va a equivocar en un sermón que pasó luego a ser antológico entre los predicadores de su tiempo?
¿Quiénes fueron aquellos que protestaron y se manifestaron contra los calatravos de forma tan rotunda y categórica? ¿Los templarios tránsfugas? ¿Los hospitalarios? ¿Los trinitarios? ¿Aquellos que no querían nombrar la soga en casa del ahorcado?
Con esta opinión no pretendo enmendarle la plana a un hombre tan valioso y al que venero, como es el arjonero Carlos Torres, pero…, si a pesar de su buena voluntad, el tiempo ha demostrado que la situación geográfica de Iliturgi no coincide con la que se nos ha inculcado desde niños, y que nuestro viejo patronímico debería ser el de isturgitanos, ¿por qué no ha podido ocurrir lo mismo en la cuestión de los calatravos, herederos de los templarios y hermanos de los trinitarios?

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