El ágora de Málaga

22-12-2009.
(Fragmento del discurso de toma de posesión de Diego Rodríguez como Presidente del Ateneo de Málaga)
En el siglo V a. de C., dirigiéndose Pericles solemnemente a los representantes de Atenas, dijo: «Vosotros, los arquitectos, embellecéis la ciudad. Vosotros, los filósofos, enseñáis a pensar a nuestros jóvenes. Vosotros, los músicos, nos hacéis la vida más bella. Vosotros, los militares, nos defendéis del enemigo… Pero los pedagogos, los maestros… edificáis cada día el alma de los atenienses. Por eso debéis ser los primeros».

Es el primer mensaje político de la Historia en defensa de la educación.
En esta nueva etapa del Ateneo de Málaga, treinta vocalías impregnarán de finalidades educativas las actividades en los próximos cuatro años. Porque la educación empieza y termina con el ciclo de la vida. Cuantas experiencias vivimos influyen en nuestros comportamientos. Y las experiencias ateneístas son determinantes en la formación del sentido crítico de nuestro compromiso social.
Quienes visitan el Museo Británico de Londres pueden admirar los frisos de la Acrópolis de Atenas, expoliados hace 200 años por un famoso aristócrata inglés.
En uno de ellos, el friso del Partenón de Atenas, hay esculpida una extraña procesión: funcionarios, jinetes y carros escoltan una nave sagrada, portadora de un manto de lana bordado por sacerdotisas. Cierran la comitiva grupos de ciudadanos con ofrendas y animales para los sacrificios.
La nave, con enormes ruedas de madera, recorría cada cuatro años la metrópolis, pasando por el Ágora, la necrópolis y, en último lugar, el final de la ciudad, la acrópolis, donde los sacerdotes destruían al fuego el viejo manto de la diosa Atenea, sustituyéndolo por el nuevo, símbolo sagrado de la nueva etapa y de la renovación.
Atenea, diosa de la sabiduría, presidía la actividad de la polis. Desde su templo se divisaba el Ágora, espacio público donde los atenienses dialogaban, debatían y criticaban sobre la política, la cultura, lo cotidiano…
Platón se desplazaba diariamente doce kilómetros, desde El Pireo, para defender la más absoluta identidad entre la moral (ética) y el conocimiento y el arte (estética).
«El pensamiento es diálogo y no monólogo», decía.
Esta es la base de la democracia: la conversión de lo posible en real; la transformación de lo quimérico en realizable.
El Ágora de Atenas fue el principio de una nueva concepción de la vida.
Del debate y la crítica nació la participación ciudadana en su propio gobierno, es decir, la democracia y la libertad.
Fue el siglo de Pericles el origen de nuestra cultura, entendida desde entonces como instrumento de progreso personal y colectivo.
Setecientos años después, en el siglo II d. de C., el Ateneo de Adriano, en Roma, fue un ejemplo de creación cultural sorprendente: la filosofía, la música, el teatro, las matemáticas, el deporte, la pedagogía… tuvieron un impulso académico inédito hasta entonces.
Casi dos mil años han transcurrido desde aquel nacimiento cultural en el mundo clásico. Hoy, el Ateneo de Málaga se ha convertido en el Ágora de esta nueva Malaka, candidata a capital cultural en el 2016. No bordamos mantos para los dioses, ni organizamos fastuosas procesiones. Somos una institución civil. Nuestra diosa es la razón, la inteligencia, el respeto, las relaciones humanas, la creación y recreación de la cultura, la libertad…
«La libertad, Sancho, uno de los dones más preciados que a los hombres dieron los cielos» y por la que tanto arriesgó este Ateneo de Málaga en tiempos de la agonizante dictadura.
Libertad de pensamiento, libertad de expresión, libertad para los nuevos creadores, libertad para la innovación, INDEPENDENCIA para que haya verdadera libertad y, en consecuencia, democracia.
El Ateneo de Málaga es un modelo democrático en su organización y funcionamiento. Y no sólo como instrumento de elección entre diferentes opciones o personas.
Porque la democracia es un estilo de vida, una forma de resolver los conflictos, un método participativo en las interrelaciones sociales de los grupos humanos. Pero no hay democracia sin libertad. Y no hay libertad sin cultura. Y no hay cultura sin autonomía moral e intelectual para estructurar los conocimientos y aplicarlos a la vida con sentido crítico.
Sin lealtad a nada excepto a nuestra propia razón, críticos y polemistas frente a la política, contribuiremos a difundir una historia para la memoria, una ciencia para la filosofía, una literatura para el libre pensamiento.
Un nuevo renacimiento en el que la cultura sea el ideal humanista, instrumento de progreso y de cohesión social.
Imaginación no nos falta; generosidad, nos es sobrada. Cuarenta años de historia nos avalan y nos diferencian en la forma de ver el arte, el debate, la poesía… el libre pensamiento y la defensa de la paz.
Nuestra institución laica y democrática sobrevivió a la dictadura, a pesar de haber nacido como una herramienta contra ella. Sobrevivió a la sobredosis de púlpitos y sotanas del nacionalcatolicismo.
El Ateneo, en aquel ambiente difícil y hostil, nació con firme convicción de crítica intelectual, social y política.
Si primero se luchó por la democracia, ahora nos toca combatir la corrupción política del signo que sea; la marginación cultural, social y económica de los de siempre; la segregación social en la educación, arraigada por determinadas políticas neoliberales del pasado; el despilfarro en el gasto público, aún en épocas de crisis; los privilegios que se adjudican y otorgan determinados administradores públicos, obviando el derecho constitucional de igualdad ante la ley.
Y lo haremos con la contundencia de la palabra, del arte, de la memoria histórica, de la narrativa, la poesía, el teatro, el cine fórum, la defensa del medio ambiente, las publicaciones, la fotografía, la música, la educación, el conocimiento económico y financiero en las sociedades actuales, para que los ciudadanos puedan ejercer plenamente sus derechos fundamentales, la comunicación virtual y la apertura a internet, vehículo por excelencia de la información, que nos permitirá multiplicar el alcance de nuestra labor.
Promoveremos el conocimiento del patrimonio de los trabajadores vivos de aquellas viejas fábricas, desde Manilva a Maro; la divulgación, formación y educación de una nueva cultura de la alimentación, basada en las tradiciones gastronómicas malagueñas; la reflexión sobre las comunicaciones, el transporte, los medios de información, la domótica… Conjunto de sistemas que automatizan las diferentes instalaciones de una vivienda., que han transformado no solamente nuestra forma de vivir, sino también nuestra forma de pensar y de sentir; la información sobre los temas de salud más relevantes y de especial trascendencia en los medios de comunicación…
Porque nuestro compromiso social nos conduce a denunciar las situaciones que atentan contra la honestidad, la coherencia y la verdad, identificándonos con el manifiesto por la cultura del 2009:
Reivindicamos palabras como diálogo, compromiso, conciencia, entrega, legalidad, bien y público, que están mucho más cerca de la verdadera política que otras palabras por desgracia comunes en nuestra vida cotidiana: corrupción, paraíso fiscal, dinero negro, beneficio, soborno, opacidad y escándalo.
Frente a la soledad social, la pobreza y el egoísmo, una respuesta progresista supone apostar por los valores culturales de la solidaridad, que no son ideales utópicos trasnochados, sino la mejor muestra de la dignidad cívica de los sentimientos humanos.
Queremos una cultura comprometida y abierta a las corrientes más innovadoras del pensamiento, a los jóvenes creadores y a las mujeres con inquietudes en cualquier ámbito cultural. Jóvenes y mujeres siguen en minoría en nuestra asociación que, sin embargo, crece como institución libre, arraigada en la sociedad malagueña gracias a las juntas directivas y presidentes que me precedieron, muy especialmente Antonio Morales Lázaro, Fiscal Jefe de la Audiencia Provincial de Málaga, con el que fui, en los últimos ocho años, vocal de teatro.
Querido Antonio: la nostalgia es el moho de la memoria y el opio de los tristes. No hay, pues, lugar para la nostalgia en estos momentos de relevo del gran presidente que has sido. Pero sí de reconocimiento y admiración por tu trabajo. Desde la dignidad y calidad que has conseguido en los últimos doce años, continuaremos innovando y mirando al futuro.
«De la discusión con los demás surge la retórica; y de la discusión con uno mismo surge la poesía», decía Montesquieu.
Retórica y poesía me enseñaste, amigo. El éxito no sólo te fue fácil de conseguir, sino que, además, lo mereciste.
Gran responsabilidad, el sucederte. Responsabilidad serena porque sé que tendré al mejor asesor para dirigir con tiento y mesura este Ateneo que tanto te debe y del que tanto yo he recibido.
No estaré solo en este apasionante proyecto. Un equipo de intelectuales, excelentes profesionales y excepcionales personas me acompañan. Equipo diverso, porque diversa es la cultura.
Nuestro patrimonio: una extraordinaria colección de trescientas obras de artistas malagueños del siglo XX; una inédita biblioteca de investigación y archivo histórico; la Sala Picasso, donde el genio de la innovación hizo sus primeros bocetos junto a su padre; un salón de actos entre el clasicismo y la modernidad; un amplio espacio expositivo para los creadores de este nuevo renacimiento malagueño, capaz de recuperar el gusto por la vida, por los colores y la luz mediterránea. La revista Ateneo del Nuevo Siglo avanzará en dinamismo, debate y participación. Nuestras ediciones de libros serán, como hasta ahora, ejemplo de calidad literaria.
Pero nuestro principal patrimonio son los socios y las entidades públicas y privadas que nos subvencionan y patrocinan, con respeto absoluto a nuestra independencia: Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, el Servicio Andaluz de Empleo, la Diputación de Málaga, el Ayuntamiento de Málaga, Unicaja, Novasoft y otras empresas.
El programa de cooperación con el norte de Marruecos (Nador, Alhucemas, Tetuán y Tánger) nos permitirá abrir nuevos espacios de encuentro cultural en la otra orilla, que acercarán nuestras culturas como mecanismos de entendimiento y progreso. Espacios de reflexión sobre los avances sociales y culturales de España y Marruecos, teniendo presente que la única solución a la inmigración ilegal es el desarrollo, acompañado de reformas políticas y sociales. Y de cultura: instrumento de cohesión social para que la creación de riqueza vaya acompañada de un reparto justo, que evite las situaciones de pobreza y miseria que se producen en tres cuartas partes de la población mundial.
Este es el espíritu del ateneísta: entender la cultura y la educación como instrumentos de cambio y de progreso social en un mundo cada vez más globalizado en las mercancías, pero injustamente distribuido en las necesidades más elementales y en los derechos humanos.
Lo defendía uno de nuestros ilustres ateneístas, Rafael Pérez Estrada: «No hay apellidos para la Cultura: el desafío de todas las instituciones es contribuir al progreso cultural en (y no de) Málaga, abriendo el horizonte a un mundo sin fronteras, sin localismos que limiten».
Valores que identifican a tantos ateneístas que dieron lo mejor de su palabra, de su pensamiento, de su arte…, y que tomamos como ejemplo en esta nueva etapa que acaba de empezar.

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