Dos sonetos para el hijo

07-11-2009.
 
1
 
“En tanto que” –dijo el poeta grave-
el tiempo de tu edad es primavera,
y que el mundo te ofrece su bandera
de mil sirenas que, con voz suave,
 
 

te invitan a desenterrar la llave
que a mítica mujer se le ofreciera:
goza, hijo mío, esta veloz quimera,
airoso capitán de tierna nave.
 
Mas, pues la vida es cosa de mudanza,
sólo apreciable al filo de los años,
no arruines, cual Pandora, la esperanza:
 
conduce tu barquilla con voz fuerte;
animoso y sereno, evita engaños,
y que el cielo te dé su mejor suerte.
 
2
 
 
Sé consciente, hijo mío, que la aurora,
que se abre como flor en esperanza,
te muestra que la vida, sin tardanza,
nos ofrece un nuevo día, seductora.
 
Goza cada respiración y explora
cada olor, tacto, gusto y cada lanza
de colores y sonidos cuando alcanza
la luz su cenit y la mar su eslora;
 
mira que, a tus espaldas, el ocaso
ya enciende dolorosa llamarada
donde arderán, para mortal fracaso,
 
de golpe, sin rubor, sin un gemido,
en ruina sepulcral descalabrada,
gusto, color, olor, tacto y sonido.
 
 

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