19-10-2009.
La Casa de las Torres ya la conocía, por fuera y por dentro, al ser en la actualidad un centro educativo ubetense en el que he estado en diversas ocasiones: por contactos profesionales o como espectador de los conciertos que en su patio suelen organizar los Amigos de la Música, asociación a la que pertenezco desde su inicio.
La explicación que nos ha dado Antonio Almagro ha venido a potenciar mi convencida admiración hacia el edificio y a enriquecerla con interesantes datos históricos y culturales.
En cuanto al Palacio de Los Medinilla, la sorpresa ha sido mayor porque, aunque lo conocía en sus referencias externas (incluido el patio, donde asistí con mi mujer al banquete de una boda) hemos recorrido todo su interior y me he deleitado con sus abundantes y variadas habitaciones, llenas de un llamativo mobiliario típico de su época.
El contenido del tríptico que nos han entregado al inicio de la visita es este:
En un momento anterior del Epicentro en el Museo, ya hablábamos de Úbeda como ciudad de las cien iglesias y de los mil palacios y, como decíamos, en lo referente a los palacios, no tanto por la cantidad como por el hecho constatado de que la arquitectura palaciega es clave para llegar a una plena interpretación urbanística, patrimonial y artística de la ciudad, junto al conocimiento del estamento social que la promueve.
Hoy, dos ejemplos más nos hablarían de esto y nos servirían para comprender en su plenitud la evolución de una arquitectura palaciega que, desde principios del siglo XVI hasta bien entrado el XVIII, define un continuo cultural de trascendental importancia. Hoy, la Casa de las Torres y el Palacio de los Medinilla nos acercan a dos de esos momentos: los comienzos del XVI y un avanzado siglo XVII.
CASA DE LAS TORRES
(Monumento Histórico Artístico Nacional desde 1921)
(Monumento Histórico Artístico Nacional desde 1921)
Casi con toda seguridad este monumental edificio, uno de los primeros ejemplos de alcázar urbano de la ciudad y de las novedosas formas artísticas que trae consigo el siglo XVI, lo ordenó construir el comendador Andrés Dávalos de la Cueva. Consta como, en 1544 (según apunta Toral Peñaranda), entre los bienes del mayorazgo creado por Dávalos y su mujer se citan: «Unas casas principales que nos habemos y tenemos en la dicha ciudad de Úbeda en la plazuela de San Lorenzo, con todo lo anexo y punto della que es toda la isla con todo lo que en ella labraremos y edificaremos».
Con todo, y fuera de especulaciones sobre su autoría, lo cierto es que documentalmente sólo sabemos del trabajo, en torno a 1531, de algunos canteros como Francisco Núñez y Gonzalo Martínez, contratando carretadas de piedra, de las canteras de Baeza, para una obra indeterminada.
Al exterior destacan dos gruesas torres y una soberbia fachada telón, de la que habría que destacar como constantes estéticas el horror al vacío, la profusión decorativa, la pervivencia de resabios medievales y una amplia galería de elementos decorativos (muchos de ellos relacionados con la exaltación del linaje del fundador), propios del primer renacimiento español o Plateresco.
El patio, posterior en lo cronológico (1530-1540, según Chueca), destaca por la esbeltez y elegancia de sus columnas y arcos, no estando exento de ciertos detalles que nos remiten a un marcado andalucismo o, si se prefiere, mudejarismo. De enorme interés simbólico y representativo es su decoración que, como apunta Moreno Mendoza ‑parafraseando a Huizinga en su Otoño de la Edad Media‑ nos lleva a la aspiración «de la gloria caballeresca y del honor, como ingredientes inseparablemente unidos al culto a los héroes, en el que se confunden elementos medievales y renacentistas».
PALACIO DE LOS MEDINILLA
Mucha es la documentación conservada sobre este palacio, pero referente a un momento histórico comprendido entre 1621 y 1649, en el que los propietarios del solar pertenecen a la familia de los Peñuela. Es este el momento de actuaciones en una denominada segunda planta y en un primitivo patio, de la mano de canteros y albañiles como Pedro de Espinosa Nubla, Sebastián Ruiz, Pedro de Quesada y Pedro Moya, bajo la contratación de Alonso de la Peñuela Rivera. Estas actuaciones seguramente se desarrollaron en lo que hoy es el costado derecho del inmueble (desde el punto de vista del espectador).
De la fábrica actual poco conocemos, siendo de especial interés los estudios heráldicos y estilísticos realizados que, aunque algo confusos, bien parecen situarnos en un momento avanzado del siglo XVII, pero con reminiscencias arcaizantes que miran incluso hacia lo medieval. Así, en el cuerpo bajo, un alto zócalo con una serie de espejos con argollas para atar las caballerías y pequeñas ventanas cuadradas situadas en altura sobre repisas, sirve de marco a una sencilla portada de arco de medio punto de grandes dovelas y tradición plateresca, flanqueada de pilastras; en el segundo cuerpo, la alternancia de ventanas y balcones con frontones partidos, también alternativamente circulares y triangulares, nos hablan del Renacimiento tardío e incluso del Barroco.
ANTONIO ALMAGRO GARCÍA.
Juan Ramón Martínez Elvira ha estado también en la visita y hemos hablado sobre la nuestra del próximo sábado al Palacio de los Marqueses de Busianos. Y, cuando yo creía que duraría un par de horas, me ha indicado que durará solamente una hora, como mucho; lo cual, me ha hecho rectificar el plan previsto para nuestra actividad en Úbeda, con motivo de nuestra Asamblea anual. Así pues, el paseo previsto por la ronda sur lo adelantamos a la una de la tarde, para que no quede tanto espacio vacío entre la visita y la comida.
Espero que todo salga bien.