25-09-2009.
El silbato de don Rogelio ponía fin a nuestro corretear por el escaso campo de juegos del colegio. Dos toques de silbato seguidos, el primero de aviso y el segundo corto y enérgico, enmudecían a aquella tropa que, en silencio, corría a formar filas ante el mástil de la bandera. A la cabeza de las filas, don Antonio, don Carmelo y don José Alarcón, los maestros que, a continuación, nos acompañarían a nuestras clases.
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