02-09-2009.
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Decirte sólo (bis)
Decirte nada más, decirte sólo, que a veces me mirabas
desde este lunamar en donde yo te hería,
y ajenos al aspaviento de las crisis,
nos decíamos cosas muy bonicas,
y hasta enmarcamos los besos en la habitación de al lado.
Decirte nada más, decirte sólo, que todos los silencios
hablarán desde ahora, ajenos a este derroche
de palabras que un día fueron nuestras,
la nueva cristalera, el suelo de este mármol
recién alicatado ya es sólo el escenario
de este verso final en la trastienda.
Decirte nada más, decirte sólo, que a veces me buscabas
el gesto de perfil, la boca seca,
y este mar, ahora esquivo, testigo nuestro fue
de todos los calambres,
y a veces nos nacía, merengada en la leche,
una risueña baba
y una fuente palmera en la placeta.
Decirte nada más, decirte sólo, que el insomnio me ataca,
inmensamente tuyo, y que ya no hay refugio,
ni más retales rotos, ni madrugadas tibias
en la tibieza tuya, y que esta humedad
se me atraganta toda, como todas tus cosas, malherido
este tiempo enemigo, este destiempo.
Decirte nada más, decirte sólo, saberse cómo eran
aquellas campanadas, aquellos azahares
de una canción cantada, aquel mudo teléfono
aquella voz callada, la distancia imposible,
los dioses que se fueron, dejando nuestra cama
toda manga por hombro.
Decirte otra vez más, decirte sólo, que te tuve
cuando era dulce para mí acariciar tu mundo,
ahora te siento con mis agrios perfiles,
meridianamente clara, no por tu luz
sino por el áspero mapa de mis manos,
realidad casi nube.
Decirte nada más, decirte sólo, que estamos agotados
y que vamos, sin sueños, a la deriva,
decirte que la marea nos lleva, con sus olas y mis canas,
que el mármol nos dejó su perfume entre la ropa,
decirte nada más, decirte sólo, que flotan los delfines
en la Granada vieja.
«Antes que tú, se fueron tus maletas».
…puente de plata
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Esperándonos
Se me quedó la sal,
el barro, aquel perfume,
y el azul de la playa…
se me quedó la fruta,
el helado pabilo, la pereza,
y ese zumo de gel que me desvive…
esperándote;
Se te quedó la saliva,
el alegrón, la sorpresa,
y el mosto del verano…
se te quedó el agobio,
el semen recién hecho,
y ese beso frugal que te envenena…
esperándome;
Se nos quedó una cama
y el chanel de la ducha
en tu desnudo…
se nos quedó la duda
haciéndonos mohines, y ese toro abisal que nos persigue…
esperándonos.