
El pasado siempre está presente
El 12 de diciembre, a las 16.30 horas y después de 58 años de separación forzosa, los restos mortales de Francisco Pacheco Moreno y Dolores Capilla Moreno volvieron a encontrarse en una pequeña urna mortuoria en la sala del Depósito judicial del Cementerio de Andújar.
Dolores Capilla tuvo la última noticia de Francisco Pacheco, su esposo, a primeros de agosto de 1945. Se encontraba huido de Andújar, perseguido a muerte por la Guardia Civil. Desde entonces, su esposa, sin noticias ciertas y sufriendo no sólo una desesperante ambigüedad sobre su paradero, sino también la marginación política, social y económica con tres hijas pequeñas a su cargo, terminaron minando su vida el 16 de abril de 1981. Fue una espera inútil de 36 años, los mismos que hacía que Francisco Pacheco había sido muerto por sus propios compañeros de guerrilla.
Para mí, maestro de escuela jubilado y desde hace más de una década observador/redactor de cuanto sucede en Andújar, el pasado 12 de diciembre fui testigo de un acto grande por lo sencillo, y de reparación histórica (aunque insuficiente) causada por la cruel posguerra española. Cuando presenciaba aquella unión de los restos mortales de Francisco Pacheco y Dolores Capilla en la fría sala del Depósito judicial, me acordé de lo que escribió Maurice Maeterlinck: «El pasado siempre está presente», y en aquel momento más.
Sin arrogarme ningún conocimiento sobre el pasado histórico de Andújar, incluso de su presente, escribiré esta crónica redactando lo que vi y, cuando me refiera al pasado, haré trascripción literal de los trabajos publicados por Santiago de Córdoba (Andújar, 1900-1950 y La paz del talión: 1939-1950); y de Luis Miguel Sánchez Tostado (La guerra no acabó en el 39: lucha guerrera y resistencia republicana en la provincia de Jaén, 1939-1952 y Los maquis en Sierra Mágina. Una aproximación criminológica a los hombres de la sierra). Además, cuento con una nota que resume la investigación aún abierta de Sánchez Tostado sobre el final y el hallazgo de los restos mortales de Francisco Pacheco en una tumba sin nombre, al pie de una encina, del cementerio de Solanilla del Tamaral (Mestanza ‑Ciudad Real‑).
Para conocer el auténtico alcance de la exhumación de los restos de Francisco Pacheco en Solanilla del Tamaral, pedanía de Mestanza (Ciudad Real) que forma unidad geográfica montañosa de Sierra Morena con la sierra de Andújar, y su entierro, en el cementerio de nuestra ciudad, hay que relatar el pasado doloroso de la posguerra del que fue víctima Francisco Pacheco, además de un valeroso protagonista anónimo durante cuarenta y cinco largos años. En 1989, Santiago de Córdoba lo sacó a la luz brevemente («[…] en la Sierra, cerca de su medio natural, al amparo del arbusto y quebradizo suelo, muchos guerrilleros no aceptaron la derrota: Pacheco, Benito Gómez Díaz, Francisco Torrente, Miguel Padilla Camello […]»). Y en 2001, Luis Miguel Sánchez Tostado nos descubriría la verdad oculta por el franquismo de que «La guerra no acabó en el 39», como Franco firmaría el 1 de abril de 1939 en el último parte oficial de la guerra:
«En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimas objetivos militares. La guerra ha terminado».
Sólo una advertencia al lector que desee conocer más sobre las publicaciones de Santiago de Córdoba y Luis Miguel Sánchez Tostado, que aquí se citan. De las mismas sólo he resumido el vacío histórico importante que tenemos de Andújar, años 1939-1950, copiando textualmente aquellos párrafos que dan a conocer por qué Francisco Pacheco, como miles y miles de españoles, sufrió “la guerra de la paz” o, como Santiago de Córdoba titula: La paz del talión.
Finalmente, anotar que el entierro de Francisco Pacheco fue breve, reflejándose en los rostros de los asistentes la emoción y dignidad que durante 58 años se les había negado a Francisco Pacheco y Dolores Capilla, unidos para siempre en una urna cubierta por la bandera tricolor. Las siguientes imágenes dan fe de ello, como también de la ausencia sonora de responsables políticos no sólo los de la derecha, sino también de la izquierda, aunque esta tuviera representada por Vicente Laguna Camacho, Juan Antonio Sáez Mata y Santiago de Córdoba.
Para finalizar este memorándum y sonrojar a quienes provocaron aquellas vergonzosas palabras de crimen, horrendo, matanza, masacrados, matarifes y sin piedad, manipulando los hechos en Flash Backo en “Tumbas sin nombre”, así epilogaba mi cuadernillo:
«(Al cierre de la edición de este cuadernillo, Santiago de Córdoba ha recibido de Fanny Rubio, poetisa universal de la provincia de Jaén, un correo electrónico. Sus palabras, desde la belleza del verbo de tan gran poetisa, resumen el por qué la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica no ha de ser sólo de sus asociados, sino de la sociedad entera de Andújar, Jaén… y allí donde el drama de la Guerra Civil su posguerra golpeó con la dureza de la muerte y el escarnio:
Muchas gracias, Santiago, por todo lo enviado. Es estremecedor y emotivo que, después de tantos años, la tierra sea la que comience a hablar, a pesar de los guardianes de la infamia oculta y a pesar de los tiempos. Gracias a la tierra, que cosecha al fin los hermosos nombres pendientes, guardados en su entraña con la alianza de personas como vosotros. Los abuelos sabrán, desde donde se hallen, como se hallen, vivir a través de nosotros. Es la mejor clase de historia contemporánea que he leído, porque obedece a la verdad. Un gran abrazo. Fanny Rubio».
¿Qué tienen que contestar a estas palabras y a estos hechos los artífices o los artificieros de Flash Back? ¿Por qué a una acción de una guerra tan cruel como una guerra civil, se la quiere embrollar para humillar a los vencidos y calumniar a los vencedores, vencidos y vencedores que intercambiaron perdón y compasión, al menos en aquellos instantes tremendos? ¿Se atreverían estos noveleros a decir lo mismo sobre los acontecimientos ocurridos en el Alcázar de Toledo? ¿Serían capaces de llegarse hasta sus muros con un par de videntes y afirmar desde allí que el General Moscardó tiene un gran parecido con el “Caballero de la mano en el pecho” o que el “Ángel del Alcázar” anda dando gritos por el Palacio de los Marqueses de Linares?
Conocíamos su alta cota en la especialidad de fenómenos extraños. Lo que no sabíamos es que fuesen expertos en tergiversar los hechos reales y documentados, y lo hicieron pertinaz y tozudamente, sin propósito de enmienda con este comunicado en su página web:
«Todos esperábamos algún vínculo entre las caras y el antiguo cementerio judío sobre el que se asienta (en Bélmez) el domicilio de María. Dadas las circunstancias, la teoría del cementerio nos parecía, a priori, la más razonable para desvelar el misterio. Sin embargo e inesperadamente, la médium comenzó a narrar lo que parecía ser un crimen horrendo: hombres, mujeres y niños, hasta un total de siete, masacrados sin piedad por fuerzas desconocidas.
Pero lo que realmente dejó a todos los presentes atónitos fueron las palabras de María, confirmando un hecho que parecía casi olvidado en su memoria: la matanza de siete miembros de su familia durante la Guerra Civil.
Siete muertos, siete caras y todas ellas con un parecido extraordinario. Como dijo el presidente de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP), Pedro Amorós, presente en el plató, esto es un descubrimiento que abre las puertas para resolver el enigma de las caras de Bélmez».
No dudamos, no dudo de que se podrán abrir puertas (¿quién sería capaz de impedirlo?); pero el vocabulario utilizado en este comunicado (aún lo podíamos leer por internet el 12 de agosto de 2003), era insultante, inexacto y escandaloso.
Las palabras crimen, horrendo, matanza, masacrados, matarifes y sin piedad, no estarán nunca en consonancia con la realidad. Esto no lo podemos permitir los andujareños.
¿O es que un envenenamiento involuntario, a causa del hambre, por muy tremendo e incomprensible que nos parezca, se puede calificar de crimen? ¿Se puede calificar de “matanza sin piedad” el que, en una acción de guerra, revienten cuatro cuerpos por la metralla canalla de un obús perdido o es que alguien se cree que aquellos “rojos” eran tan desalmados que fueron a por una mujer con sus niñas?
Si la exactitud en el estudio y desarrollo de “los fenómenos extraños” con el que deleitan a los televidentes es de la misma catadura y les ha supuesto el mismo esfuerzo de investigación que éste que nos ocupa, que vengan los dioses a verlo.
Sin embargo, ante la reacción del pueblo de Andújar, aunque tímida y somnolienta, pero reacción al fin y al cabo, tras aquel programa de Andújar Televisión, el alcalde tomó pluma y papel, en pro de la dignidad de nuestro pueblo. De aquello, vino luego la prometida corrida de toros para el día de Andalucía de 2004. ¡Vaya compensación!
Algo se consiguió, yo diría que mucho, porque desde entonces no ha aparecido ni un venado en berrea por Sierra Morena en las cámaras sureñas. Pero, tras la puesta en escena de Flash Back, llegaron de nuevo los pescadores de ríos revueltos, los sensacionalistas estudiosos de fenómenos “extraños”.