Cuando uno no tiene la culpa, ¿quién la tiene?

22-06-2009.
Nadie, nadie la tiene y nadie responde. Así es y así estamos. Ante los errores, desidias y malas prácticas administrativas nadie responde, nadie es responsable…
Antes (y ahora desde luego) en el vuelva usted mañana de Larra, porque todo se manejaba en plan artesanal y escribir con esa magnífica caligrafía, tipo inglés, era todo un arte, reconozcámoslo. Ahora, porque están los ordenadores y…

Sí, los ordenadores: resulta que se equivocan, ellos, sí, de verdad; las máquinas se equivocan, son máquinas y son ‑parece ser‑ impredecibles.
Las máquinas conforman el sistema, cosa abstracta, pero que debe existir, pues se acude con demasiada frecuencia a este ente para justificar fallos, imprecisiones, retrasos. Los ordenadores, las máquinas, el sistema en fin, creímos que servía para acelerar y facilitar la gestión administrativa; mas las máquinas se deben de haber rebelado contra su esclavitud. Los elementos del sistema tal vez hayan iniciado una revuelta, una rebelión en la granja orweliana.
En mi caso concreto (perdonen, pero es que, de verdad, estas cosas me pasan a mí) el sistema ha debido pasar por alto mi expediente laboral, mis servicios, posesiones, ceses y traslados, pues no se entiende cómo y a pesar de mis reclamaciones, motivadas y justificadas documentalmente, yo no tengo los puntos que debería tener para concursar en traslado (además forzoso). Como lo digo yo, y no el sistema, pues no deberá tener valor mi palabra.
También se dio cuenta el sistema, tarde, de que me aplicaron en el verano pasado una retención de jubilado, y ha tenido que detraerme una burrada durante varios meses posteriores. E incluso, el sistema, decidió que yo no era funcionario en activo durante unos meses.
Por cosas del sistema, se me quiere forzar a ocupar una plaza que no me corresponde (el último entre los últimos); y por normas que debe saberse muy bien el sistema, no puedo declinar el nombramiento. E incluso (2002, una odisea en el espacio) el sistema, insensible y ciego, decide que los padres y madres del alumnado de este curso 2008/09, que he atendido, no tienen ni voz ni voto al reclamar a la Delegación Provincial que permanezca este humilde maestro en la atención a sus niños, al menos hasta dejarlos terminar el primer ciclo de primaria.
El absurdo de todo estriba en que se cometieron errores y nadie es responsable de los mismos. Se obliga a realizar un traslado, bajo el paraguas de esos errores; se desprecia la opinión de los padres, porque es positiva para con el docente (si fuese al revés, aunque llevase sólo una firma, se habría atendido de inmediato); se alude a la norma, cuando todo el mundo sabe que toda ley o norma tiene sus escapes correspondientes (también legales); y, cuando el atender a la demanda no conculca ni lesiona derechos de nadie, el hecho es indiferente. Pero los de los niños sí que se conculcan, aunque el sistema debe no sentirlo así.
Yo manejo menos que regular mi ordenador. Busco y encuentro a veces datos, noticias, informaciones prácticas y útiles para mí o mi trabajo. Meto en el mismo mis escritos (éste es uno de ellos) de los que yo sólo soy el responsable y cualquier juez así me lo declararía, y los emito, vía correo electrónico, de forma privada o para publicar en algún portal (como ahora). A nadie se le ocurriría pensar que lo que se almacena o produce en mi ordenador se transforma o emite de forma independiente y por la única iniciativa del sistema de mi ordenador. Yo respondo a todos los efectos.
Pero en la administración las cosas son distintas. Y es que existe el sistema, como ya he definido, y es tan perfecto que ya ni existen funcionarios que deban alimentarlo. ¡Qué ahorro debería lograrse si, en verdad, no debiese pagarse sueldo alguno al no haber necesidad de seres que alimenten los datos del sistema!… ¿Pero es así?
 

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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