ANTES LA VENDA
Antes de que me lleguen las pedradas, prefiero ponerme la venda.
Sé que el último tema que se ha publicado bajo mi firma puede causar erupciones, picores y supuraciones que no serán primaverales, sino de nuestra propia memoria. Sé y lo escribía, que muy doloroso será.
Quise, y quiero, abrir este tema para nuestra comunidad, que en su momento fue escolarizada en un colegio de curas, para que surja la polémica. Acuérdense de la necesidad de “escandalizar” del cristiano. Los abusos descritos se dieron, pero yo no soy tan tonto como para ir ahora dando nombres. (Y de un hombre muerto, menos).
En el escrito no menciono a nadie ni a ninguna institución concreta, aunque desde luego no pretendo considerar a nadie tan tonto que no infiera los orígenes de tales afirmaciones. No somos tontos, ni imbéciles: sabemos lo que había, cuando lo había. Que decidamos callar, por las circunstancias diversas habidas y por cuestiones personales, no evita que la realidad fuese la que fue, cuando lo fue. Todos no tuvieron la mala suerte de toparse con sujetos de esa calaña, pues si hubiese sido masiva la actuación, el escándalo no se hubiese podido evitar. No se deben rasgar las vestiduras quienes por suerte no fueron mancillados y sí, en cambio, obtuvieron y recuerdan muchos beneficios habidos.
Yo me declaro testigo y víctima, y punto. Y, aunque fuese por ese único caso, ya se tendría, al menos, la autoridad para poderlo declarar. ¿O no…?
Estimo tanto a quienes nunca lo padecieron como a los que sí lo hubieron y callaron. Y mucho estimo a los que, padeciéndolo y sufriéndolo, nunca lo dijeron o no lo piensan decir. Yo no propugno por este portal una “caza de brujos”. He apuntado el tema desgraciado y nadie, según he escrito, puede impedirme el manifestarlo.
No hay vendetta; sólo aportación para la reflexión histórica muy reciente. Nuestra intrahistoria.
Haré otra reflexión próximamente.