Aplauso

13-11-2008.
Cuando en octubre de 2007, el año pasado, nos reunimos en Úbeda, nuestro compañero Rafael Hinojosa propuso una posible reunión en Alcalá la Real para este año y cambiar por una vez la sede de nuestra anual convocatoria. Tirando de valiente, se comprometió a hacerla posible haciendo valer su reciente condición de Concejal de Cultura del Ayuntamiento alcalaíno.

No sé hasta qué punto nos tomamos en serio un ofrecimiento tan innovador como atrevido, pero así quedó la cosa.
Todos sabemos ya que ha cumplido y desde semanas antes se nos informó de los actos que realizar el 25 de octubre. Lo que hago ahora es un comentario personal ya que la crónica del día la ha puesto Berzosa.
Sobre las nueve y media del día de autos arribamos a la ciudad Paco Fernández, un servidor y nuestras respectivas. Ya la primera impresión en el frescor de la mañana fue gratificante. “Nuestras” escuelas, encaradas a la impresionante fortaleza deslumbrada a esa hora por un sol radiante, mostraban el empaque de una institución seria e importante, situada además en una envidiable posición a orillas de un hermoso parque, centro natural de reunión de paseantes y parejas. Allí mismo, en la puerta, dejamos el coche.
Pronto fueron llegando otros compañeros con los que comentamos la belleza del sitio. Entre ellos, los hermanos Hinojosa, Enrique y Rafael. Éste, investido quizás de la púrpura del cargo, algo más serio de lo que se mostró en Úbeda. Con la confianza que da haber sido tantos años compañeros y amigos me llevó aparte para enseñarme, mientras llegaban los otros convocados, lo que era su pequeño reino: el antiguo Convento de Capuchinos, hoy totalmente secularizado y convertido en Casa de Cultura.
¡Con qué entusiasmo me enseñaba las distintas dependencias! «Ésta es la Sala de lectura de los niños, ésta la de los adultos, ésta es la sala de estudios…», todas señoriales, así hasta llevarme a su amplio despacho. «También en las numerosas aldeas que dependen de Alcalá hay centros de cultura», afirmaba satisfecho.
Encontrar a los sesenta y tantos años algo que nos apasione no resulta fácil, pero así vi yo a nuestro amigo Rafa: satisfecho, contento y con planes para el futuro. Si dentro de la política, campo con el que no simpatizo mucho, él ha encontrado una parcela, tan próxima a su historial, en la que se le ve tan afanado, bendito sea Dios. Capacidad no le falta y entusiasmo tampoco.
Toda la jornada, tan llena que resultó agotadora, estuvo guiada por Rafael y Enrique. Los actos se sucedieron sin que supiéramos bien quién de los dos los había programado, pero todos con el sello de lo bien hecho. No parecía sino que éramos invitados ilustres y especiales, por safistas, a una solemne jornada de reconocimiento que la ciudad con el cabildo a la cabeza otorgaba a dos personalidades que de alguna manera nos englobaban y de cuya dignidad participábamos.
Tras las intervenciones en el salón de actos de Capuchinos, la visita a la fortaleza de la Mota demostraba a cualquier incrédulo que no estábamos en un pueblo vulgar. La grandiosidad del lugar, cuyas excavaciones continúan, la posición dominante sobre la comarca entera, sugieren una Acrópolis medieval. Fue una visita interesante e ilustrativa que pedía más tiempo del disponible. Perdoné en el acto, a mi amigo, la tabarra que nos daba en el colegio sobre la importancia de la fortaleza, casi tanta como la otorgada a Martínez Montañés, a quien se empeñaba en poner por encima de Fidias.
Tras el almuerzo, casi sin pausa, asistimos en el Teatro Martínez Montañés (¡cómo no!) al solemne acto de adopción de los dos sacerdotes protagonistas del día, que hubieron de conformarse con ver desde el cielo la emotiva ceremonia. Con un nudo en la garganta, Rafael Hinojosa, el Concejal de Cultura, leyó las páginas que ya conocéis. Fue una lectura emocionada y emocionante que rebosaba sinceridad y cariño.
Me pregunto yo si cuando nuestro concejal propuso en Úbeda esta reunión tenía ya pensada esta otra jugada de la adopción o si se le ocurrió posteriormente. Lo planteo, porque esa iniciativa es del 22 de mayo. Si nuestro concejal, una vez hecha la invitación, pensó en darle un contenido más sustancioso y hacerla coincidir intencionadamente con el homenaje, entonces es una jugada maestra.
El teatro estaba a rebosar y me hizo sospechar que tal vez la Safa de Alcalá haya sido más relevante para su pueblo que la de Úbeda para el suyo. Sea como fuere, era fácil sentirse feliz y orgulloso de pertenecer a una institución tan querida. Y que un amigo nuestro haya sido padre y madre de un homenaje que nos ennobleció a todos, no nos ocurre todos los días.
Esta Safa de Alcalá, en el propio centro, montó una generosa feria de tapas y copas que hizo recuperar fuerzas a los cientos de asistentes que momentos antes abarrotaban el teatro y que nos sirvió además para confraternizar con los safistas del pueblo. Andaba aquí la mano de Enrique, que se quedó con nosotros hasta bien entrada la noche. Con nosotros y con monsieur Stephan de Vos, que este año sí que estuvo allí desde primera hora, olvidado el penoso incidente que se lo impidió el año pasado.
Y termino como empecé. Mi aplauso y mi agradecimiento a Rafael y Enrique por el estupendo día que nos brindaron y por todas las satisfacciones que gracias a su esfuerzo y a su iniciativa disfrutamos ese veinticinco de octubre de 2008, que fue además un día histórico para la Safa. GRACIAS.
NOTA: Pero no todo fue perfecto. Por desgracia siempre hay algo que lamentar. En esta ocasión, lo lamentable ha sido que hayan faltado compañeros y amigos que por una u otra razón han “pasado” de Safa y safistas. Os habéis perdido lo mejor y lo siento por vosotros. Os echamos de menos.

 

 

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