
Desde abril del pasado año, la Sección de la Adoración Nocturna de Úbeda viene desarrollando un apretado programa de actos para conmemorar el primer Centenario de su fundación. Dichos eventos se llevan a cabo con todo esplendor y se prolongarán hasta el próximo mes de junio, cuya clausura será presidida con toda solemnidad por el obispo de la diócesis, don Ramón del Hoyo López.

Hora es ya de referirme al viaje de Roma, motivo de este artículo, programado como uno de los principales actos de la conmemoración del Centenario, con la finalidad de mantener una audiencia con el papa Benedicto XVI, realizado en los días que van del 26 de febrero al 1 de marzo pasados. El anuncio del viaje despertó gran interés entre adoradores y simpatizantes que, en número de 20, fueron prestos en hacer sus equipajes para estar puntualmente a las seis de la mañana en el lugar convocados: “los portalillos de Biedma”. ¿Dónde si no? Todo un hito en la geografía urbana ubetense, conocido por propios y extraños, y lugar de referencia acreditado de la Ciudad de los Cerros desde Madrid para abajo.
Con puntualidad anglosajona, las puertas del autobús se cerraron, marcando el pistoletazo de salida. Seguidamente el ómnibus se perdía en la noche cerrada por la carretera de La Carolina. Los picachos de Despeñaperros rompían el día; y el bus bramaba por los llanos de una Mancha, inmensa, que despertaba desparramándose sobre un manto gualda y verde. Madrid yacía a nuestra izquierda en su mundo de ruido y humos, mientras enfilábamos a Barajas. A las 9, nuestros maletines los deslizábamos vigorosamente sobre el pulcro y brillante suelo de la T-4 (de triste recuerdo) y media hora después abordábamos la aeronave de Iberia. El cosquilleo del despegue era amortiguado a los pocos minutos por la deslumbrante vista, a ojo de pájaro de diez mil pies de altura, del mítico “mare nostrum” y por la rápida llegada a
la Ciudad Eterna. Dos mil setecientos años de historia contemplan a este grupo de profesos adoradores llegados de los confines del “Imperio”, de la Bética, para hacer patente la Fe en el Señor al sucesor en la silla de Pedro. Para tal fin se celebró una Audiencia General con SS Benedicto XVI el 27 de febrero, entregándosele un ejemplar de la obra Amores de un centenario, anteriormente mencionada, así como la Biografía de Úbeda de Juan Pasquau Guerrero, recibiendo los asistentes la bendición de su Santidad.

A partir de entonces, lugares, obras y espacios legendarios serían meta y objeto de admiración del grupo: La Basílica de San Pedro, Santa María la Mayor, San Juan de Letrán, el acueducto de Nerón, el Coliseo, el Foro, el Panteón, la plaza de España, la Fontana de Trevi, la Escala Santa; las obras del inmortal Miguel Ángel, como la capilla Sixtina, la Piedad y el Moisés; sin olvidar la visita a la Prelatura del Opus Dei, sede central de La Obra, donde reposan los restos de San Josemaría (Escrivá de Balaguer) y Álvaro del Portillo. Destacar también el desplazamiento a la ciudad de Asís para visitar los restos de San Francisco y Santa Clara.
Un inolvidable viaje que sin duda pasará a figurar en los anales de la Sección de la Adoración Nocturna de Úbeda.