«Duc in alto, magister» [Llévame a lo alto, maestro]

En realidad, Burguillos estaba empezando una vida nueva. Era otro hombre. No le costaban nada los actos de piedad, la oración, la caridad… Hasta más ligero y garboso andaba. Y cuando se afeitaba, se quedaba con la certeza de que hasta había “enguapecido” y se encontraba más brillantes los ojos.

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