Un votante preocupado, con razón

06-03-2008.
Cuando me centro en analizar los años de legislaturas transcurridas entre las últimas de Felipe González, las dos de Aznar y la última de Zapatero, o sea las dos últimas de gobierno del PSOE antes de las dos de gobierno del PP y la vuelta al gobierno de los anteriores, me entra una viva desazón, desasosiego y hasta cierto miedo.
 

Analizando, aunque sea someramente, estos años y estas legislaturas, se observan unas actitudes y unos movimientos realizados en el ámbito político que, vistos a la luz de otras circunstancias históricas ya pasadas, en realidad se muestran tan coincidentes que explican con cierta claridad los sucesos habidos hace décadas y los sucedidos en años próximos; y, desde luego, los que se temen sucedan.
La primera lección habida es una de triste realidad: la derecha no tiene predicamento en la mayoría de las personas de este país; tal, que apenas logra llegar por medios democráticos al poder, y eso en contadas ocasiones. En consecuencia, la derecha se encuentra más cómoda generando un estado de opinión favorable a sí misma, manejando datos, hechos y problemas de forma torticera, si no claramente sesgados o netamente falsos; ante este caldo de cultivo y manipulada opinión pública, la derecha, que se cree entonces con vientos favorables, accede por las urnas al poder o, si eso se le niega, opta por fomentar un golpe de estado.
No es sino lo que se ha venido contemplando. Y a esta luz se entienden los sucesos habidos en tiempos de la Segunda República. No es que solo las derechas (o como vengo escribiendo, LA DERECHA, en referencia desde luego a la más pura y dura) tuviesen toda la culpa de lo que tristemente acabó sucediendo; pero es bien cierto que fueron preparando el terreno para que los hechos se sucediesen como sucedieron. Las izquierdas (mucho más LAS IZQUIERDAS ‑en cuanto sus divisiones eran notorias‑, a la postre causaron la derrota) entraron a todos los trapos y trampas con las que sus adversarios las incitaban, ciegas ante sus ansias revolucionarias y ante las provocaciones políticas habidas. La marcha atrás de los gobiernos derechistas exasperaba a los revolucionarios y nacionalistas, que acabaron provocando los serios sucesos de todos sabidos; con lo anterior, confirmaban las previsiones y las actitudes de las facciones autoritarias, fascistas y católicas y su justificación ante posibles maniobras contra la República. Todo el programa de desestabilización se fue desarrollando, pues, sin que los moderados de una u otra parte pudieran o supieran contrarrestarlo. Cuando se pretendieron enfrentar, montando el llamado Frente Popular (de una inestabilidad absoluta) contra otra posibilidad de gobierno derechista, las izquierdas solo dieron el empujón final a los que ya estaban plenamente decididos a acabar con la vuelta de los gobiernos de la izquierda. Los enfrentamientos dialécticos eran atroces en el Congreso, amenazadores hasta de muerte; en las calles los había físicos, poniendo en la práctica los asesinatos y su espiral de venganzas; y el ambiente, tan fétido estaba que, a los militares golpistas y adjuntos del brazo en alto, lo único que les quedaba por hacer era determinar el día y la hora (y convencer a Franco).
¿Les suena a ustedes el acoso, la mentira repetida hasta la saciedad, la insistente cantinela del “váyase, señor González”, el descrédito hasta el insulto, la manipulación de grupos y asociaciones, el apresuramiento a cerrar filas de los ensotanados y otras maniobras de clarísimo índole desestabilizador? ¿Les extraña que luego de haber estado ocho años en el poder, ¡por fin, tras años de socialismo!, se enrabien por haberlo perdido y ataquen con tanta furia?
Se ha manipulado todo lo manipulable, empezando por un atentado terrible, del que se debía haber hecho bandera de cohesión y no útil de fantasías conspirativas, un año tras otro. Se han utilizado a los familiares (y a algunas víctimas vivas) de los atentados terroristas, en manos de un personajillo, el cual los usa como excusa para el juego sucio, sacándolos a las calles cada vez que se lo mandan; al igual que a los seguidores de las jerarquías eclesiásticas y sus más rancias reivindicaciones, a despecho de su posición de privilegio (de los eclesiásticos), nunca en peligro. Se han lanzado contra la inmigración como peligro nacional, cuando son los inmigrantes quienes les realizan, a los capitalistas que alientan a esta derecha, los trabajos que nadie ya les haría y que mal pagan. Han destrozado, hasta casi derribar por completo, uno de los poderes constitucionales, como es el Judicial, al que nunca consideraron independiente, incluyendo al Tribunal Constitucional; esto último, bastante grave por lo que significa de desestabilización real del sistema democrático. El tema de ETA ha sido su arma preferida. No solo lo han aireado convenientemente, no dejándonos respirar en paz, sino que han volado todo intento de diálogo de los últimos gobernantes, intento de terminar con más atentados, con más asesinatos; pero claro, eso implicaba que no serían ellos, los salvadores del orden y de la Patria, quienes enarbolasen la bandera de la derrota de ETA. Cuanto peor, mejor para sus intereses desestabilizadores. Crueldad que debe justificar su fin. Y, por supuesto, las roturas del territorio patrio nacional español, lo cual deberá verse e incluso impedirse si se puede, dentro de una política de consenso o diálogo para no llegar a situaciones extremas. Pero se fomenta el enfrentamiento y, como antaño, los otros caen en la trampa.
Podría seguir en este análisis comparativo, con más argumentos y profundidad, pero la muestra creo que es razonable para que me exprese como me he expresado al inicio, con una gran reserva y preocupación.
 
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Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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