Cuerpo tendido

13-01-08.
NO EXISTÍA OTRA LUZ QUE LA NACIDA del cuerpo, de la belleza
del cuerpo, tendido como un arco iris. Nada tenía que ver
un astro rodando, sin detenerse, por su caja de música celeste
y sin defectos. Menos aún una estela difusa

de errantes constelaciones rebeldes, apátridas del orden
por un bosque de tinieblas. Leer la luz de un cuerpo era
elegir el himno de lo transitorio y entonarlo
como si fuera la única canción del incendio. Cuanto
de volcán tiene el pecho del hombre, cuanto de hoguera, era
sólo la antesala del deseo: ese leve navío sin corola
que huye dentro de un vaso de agua en la sobremesa.
Y si el cuerpo tendido, lívido en la muerte, instaura
un nuevo orden de fanales y estirpes, el puente de la luz que
va del horizonte al silencio de la noche se hunde en las
cenizas de antiguos carbones.

Deja una respuesta