21-09-07.
Hoy es un día especial en mi colegio. Vamos todos en bicicleta desde el paseo marítimo hasta las puertas de las clases. Todos: docentes y alumnado. Nos acompañan varias patrullas de la policía local y, probablemente, el Alcalde de Málaga. La iniciativa es de un compañero ‑Alonso González Ruiz, presidente de la asociación “Ruedas Redondas”‑, que se ha propuesto revolucionar la movilidad en nuestra ciudad. Leed su artículo, publicado en la prensa malagueña. Por su interés lo incluyo en mis colaboraciones en nuestra página web.
CALLES PARA TODOS

Algunos creerán que esto ha sido siempre así. Yo puedo decir que mi padre sólo me llevó una vez al colegio: fue a rastras y a lágrima viva, cuando ingresé en parvulitos a los cuatro años. Nunca más me llevó, ni me recogió. Sin embargo, yo he tenido que llevar a mis hijos por las mañanas a estudiar desde preescolar hasta la universidad; y por las tardes, al parque, a nadar, a música, a la academia… hasta los he recogido después de irse de «marcha».

Antes, el campo y el bosque era lo peligroso (todos los cuentos nos lo recordaban); la calle era el refugio, nuestro lugar de juegos, nuestra bodega para madurar personal y socialmente. Nuestra casa era austera y no teníamos apenas juguetes. Ahora encerramos a nuestros hijos en minúsculos pisos, atestados de artilugios electrónicos, y los condenamos a una vida sedentaria; y a nosotros, a ser resignados canguros y taxistas.
Las ciudades las han tomado los coches: ellos dirigen el urbanismo y convierten el tráfico en el problema más importante: las calles se convierten en carreteras, las plazas en aparcamientos y los cruces en rotondas; se apropian vorazmente del espacio y nos devuelven humo, ruido y sangre; y… encima no solucionan nuestro derecho de movilidad.
Yo me pregunto: ¿Esto es irreversible? NO, ROTUNDAMENTE NO. En Estados Unidos se gastan millones de dólares en hacer numerosos pequeños túneles para que los sapos crucen las autopistas de los humedales a sus lugares de reproducción… y son unos “asquerosos” sapos. En España, también tenemos muy en cuenta a toda la fauna cercada por las autopistas o el AVE y también nos gastamos millones de euros en maquillar el problema con las declaraciones de impacto medio-ambiental. A veces, surte efecto y un pequeño y «feo» animal en peligro de extinción ha parado o desviado una poderosa infraestructura. Si nos gastamos ese dineral en los animales, ¿Por qué se lo escatimamos a nuestros preciosos niños, a nuestros venerables ancianos, a nuestros queridos minusválidos y al resto de ciudadanos

No, no es irreversible. Podemos recuperar el tiempo perdido como nuevos ricos y volver a restituir los espacios que en nuestras ciudades han sido robados a las personas. Es necesario pacificar el tráfico, darle prioridad al transporte público, a los peatones y a las bicicletas. Convertir los nuevos espacios en barrios autónomos con plazas, mercados y edificios culturales, educativos y de ocio. No nos dejemos embaucar por los “inversores” que nos prometen ciudades dispersas con grandes torres, con barrios especializados que generan más tráfico y más frustraciones. Los alcaldes deben ser entusiastas y valientes para abordar estos cambios de futuro y, a veces, deberíamos convertirnos en niños para ponernos a su altura.
Cuando esos locos bajitos puedan ir solos al cole andando o pedaleando, tendremos una ciudad viva en la que las personas se relacionen, que es para lo que fue creada. Entonces tendremos CALLES PARA TODOS.
Por si no lo saben, es el lema del Día sin Coches, que se celebra en toda Europa el 22 de septiembre.
Alonso González Ruiz
Presidente de la Asociación “Ruedas Redondas”
Presidente de la Asociación “Ruedas Redondas”