Historia de una rosa

01-09-07.
Cuando alguien, con setenta y cuatro años a las costillas, dirige una institución tan importante como la Biblioteca Nacional y va diciendo por ahí que se alegra de que cada vez se vendan menos periódicos; que no lee la prensa, ni ve la tele, ni escucha la radio porque la crispación le inquieta tanto, que le impide trabajar; y cuando uno piensa que, seguramente, por eso le roban documentos de la Biblioteca, en estos casos,

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La carabina de Ambrosio.

28-08-07.
En nuestra asociación, hay multitud de compañeros que saben que los siete sabios de Grecia no fueron siete y que uno de ellos ni siquiera era sabio; que las tres carabelas de Colón no eran tres carabelas; que Lucrecia Borgia nunca envenenó a nadie; que el conde de Orgaz no era conde; y que el teorema de Pitágoras, seguramente, no lo descubrió Pitágoras.

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El desierto

20-08-07.

BASTABA CON HABER PUESTO LAS HUELLAS en los lugares secretos
del fuego para ser condenado a llevar antorchas
por el desierto y mantener las manos suspendidas
en la noche. Nadie caminaba descalzo por los pedregales
de brasas. Nadie pensaba en otra patria que no fuera
aquella eternidad de arena. Las herencias se pactaban

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La tuna safista de finales de los sesenta.

16-08-07.

 

Si alguno conserva alguna foto de la tuna que funcionó maravillosamente en los cursos finales de los años sesenta ‑del siglo pasado‑, le agradecería que me enviase alguna copia, para publicarla en nuestra página web.
 

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Educación para ser personas

10-08-07.
«¡Qué revuelo!»: Así empezaba un célebre poema de Alberti.
¡Qué revuelo!, alrededor no de un torillo pillo sino de una iniciativa gubernamental para rellenar todavía más los contenidos en las enseñanzas no universitarias y sí obligatorias. «Educación para la Ciudadanía» la llaman.
Y se rasgan de inmediato las vestiduras los farisaicos de siempre.
 

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Dios interesa, y 2

09-08-07.
Ciertamente, la ciencia, en su progreso constante, va calificando de «muy probable» el “cómo” de las estructuras y los fenómenos; pero cuando se le pregunta el «por qué» de esas estructuras o fenómenos, su respuesta desemboca rápidamente en un «no sé». La ciencia avanza a velocidad vertiginosa, porque su esencia es la falibilidad. (Desde el momento en que se produce una innovación o una teoría, un distinto equipo científico –inmediatamente‑ empieza a trabajar para encontrar otra que entre en conflicto con la anterior, negándola en todo o en parte; y “la derrota”). Esa característica de la ciencia, estudiada y debatida magistralmente por Popper, es lo que imprime velocidad a su crecimiento; pero, precisamente, por esa característica, la ciencia está incapacitada para encontrar causas últimas ‑característica que no sé si es razón o consecuencia de lo que afirmaba Laín Entralgo: «Para la mente humana, lo cierto será siempre penúltimo y lo último siempre será incierto»‑. Si hubiese que utilizar una metáfora para comprender mejor ese fenómeno, quizá valiese la de un corredor que, en su carrera hacia una meta final, cada vez corre más deprisa y alcanza mejor las metas volantes; pero, a medida que más corre y más metas volantes consigue, más alejado se encuentra de la meta final.

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Carta a mi querido «tito» Miguel

07-08-07.
Querido tito Miguel:
¡¡Cuánto hubiera yo deseado no escribirte estas palabras si no hubieses tenido ese inoportuno accidente el pasado domingo…!! La noticia de tu fatal desenlace nos ha llenado de pena y congoja a toda la familia que andábamos dispersa, veraneando, por toda la geografía nacional… Las lágrimas me anegaron, brotando cual negra tormenta, al saber ‑por mi padre‑ que habías fallecido… En esos, y otros momentos que han seguido a continuación, mi mente se ha llenado de imágenes positivas de tu preclara presencia entre nosotros, antes de que te fueras directamente al cielo de los justos con la inmediatez del rayo.

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Dios interesa, 1

06-08-07.
Antes de escaparme de vacaciones a Cuenca,
recibí un correo electrónico de José María Berzosa,
al que acompañaba una entrevista,
realizada a dos intelectuales, acerca de Dios.
Y allí, entre cantuesos, jaguarzos y papilios,
por los
karts del Júcar,
leí el artículo, que me suscitó otro,
al que he dividido en dos para aligerar su lectura.
Este verano, el periódico El País publicaba en su especial cultural Babelia una entrevista realizada al teólogo católico José María Castillo (que acaba de dimitir de la Compañía de Jesús), autor de Espiritualidad para insatisfechos, y al filósofo no creyente Fernando Savater, que ha publicado La vida eterna.
El interés de la entrevista era, según el periodista, polemizar sobre Dios, un tema que, a tenor de los libros publicados últimamente al respecto, parece interesar a la opinión pública.

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El impresor, y 3

02-08-07.
Desde aquel día cambió su situación. Principalmente con el encargado. El trato se volvió deferente dentro de los límites establecidos, sutilmente complaciente. Pasó a la linotipia, a manejarla como complemento de su actividad. Porque él era cajista y cada día mejor. Si se quería hacer un trabajo sin faltas de ortografía, sin erratas, a él se lo encargaban.
Cambió su vestimenta. Con apuros pudo disponer de una chaqueta, su camisa y su corbata correspondiente. En el taller se ponía un batón.

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