01-07-07.
Me desperté sobresaltado.
¿Había gritado yo o lo habían hecho otros? Me di cuenta de que el sobresalto obedecía no a un grito, tal vez realmente producido, sino a un fuerte dolor que me subía del brazo izquierdo.
Estaba oscuro, muy oscuro. Y silencioso. Sabía que era una cama donde me encontraba tendido por las sábanas que me cubrían, por la profundidad de la almohada. Y, posiblemente, en un hospital, pues olía fuertemente a desinfectante, a yodo. El dolor también provenía de la cabeza y del pecho. De todo el cuerpo. El brazo estaba inmovilizado y cubierto de vendas rígidas, pero el más leve movimiento me producía un sufrimiento mayor que el anterior.