Dictadura subliminal

20-05-07.
La dictadura puede ser un «Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país» [DRAE]. Y, también, un «Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente» [DRAE].

Para nosotros ‑mayores de edad‑, el concepto de dictadura se ajusta a la segunda definición, tras la experiencia que tuvimos en los años de la época franquista. Pero, para los jóvenes, la primera definición se ajusta a estos tiempos, porque los políticos y sus adjuntos, que presumen de demócratas, ajustan las leyes a sus necesidades y se inventan «condiciones excepcionales» para actuar según sus prioridades sin principio, «Norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta» [DRAE]. De esta forma, convierten la democracia en una dictadura subliminal, «Dicho de un estímulo: Que por su debilidad o brevedad no es percibido conscientemente, pero influye en la conducta» [DRAE].
Y «no es percibido conscientemente», porque «La dictadura es la forma de gobierno que se concentra en las manos, o de una sola persona (denominada dictador) o de un grupo de personas afines a una ideología o movimiento, los cuales poseen el poder absoluto, controlando éste los tres poderes del estado: el legislativo, el ejecutivo y el judicial» [WIKIPEDIA]. O sea, que los presidentes de nuestro gobierno no usan formas dictatoriales, pero promueven todo lo que les permite controlar a los tres poderes del estado. Esto es: aparentemente somos miembros de un estado democrático; pero, realmente, pertenecemos a una dictadura subliminal.
Por cierto, esta página web huye de estos planteamientos como del sida (en nuestros tiempos decíamos «como de la pulmonía»). En ella recogemos la opinión de unos y de otros, la manifestamos y dejamos que se opine a favor o en contra. ¿Qué ocurre? Que, como solemos pensar desde diferentes ideologías, «Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.» [DRAE], no queremos convencernos de que el oponente pueda tener razón. O, aunque se la concedamos íntimamente, no se la vamos a reconocer públicamente. Y desde nuestro empecinamiento, o callamos discretamente o respondemos drásticamente, «Rigurosa, enérgica, radical, draconianamente» [DRAE].

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