25-01-07.
CAYERON TORRENCIALES UVAS SOLARES EN la llanura, un diluvio
de vino rojo fue suficiente para inundar los valles,
las laderas, arrasar los campos de caña y subir las primerascumbres aún no redondeadas por los besos furiosos
del viento. Uvas de oro y canela para embriagar los corazones indefensos. El tiempo se contaba entre incendiosy floraciones, entre diluvios y sequías. El mundo sólo
pertenecía al mundo, que se envolvía en mantos
de selva, desiertos, bosques de durazneros, hondonadas
y fuego de dragones. Nadie era de nadie y la tierra a veces
era hostil y otras generosa y en ocasiones débil, igual
que el corazón de una niña enferma. Hasta las cordilleras
estaban aprendiendo a ser rocas coronadas de nieve,
majestuosas, solemnes; ignoraban aún que en su vientre
albergaban metales y piedras preciosas. Y los ríos igual iban
rápidos, dislocados, de un lado a otro, esquivando
las gargantas, que se demoraban en las llanuras con deleite deespejo. En las lagunas se refugiaban las vistosas sierpes de
agua y los grandes lagartos. El graznido de las oscuras aves
rajaban el aire con su música tenebrosa.