Cuentecico de Navidad

 

17-12-06.
CUENTECICO DE NAVIDAD PARA FITOPATÓLOGOS Y OTROS EXTRAVAGANTES
Para Enrique Hinojosa, que tiene al amor,
al vino y al humor entre su colección
de bastones para andar por la vida.

«Entre las sierras de María Andrés y Santa María hay un triángulo mágico donde coinciden valiosísimas características biológicas y antrópicas (endemismos, cultivos naturales, manantiales, yacimientos…) que definen una cultura especial en la cual sus habitantes hablan con los árboles, y se llaman unos a otros “hermano”.
Para intentar averiguar el origen de esta especie de “Paraíso”, se ha analizado la relación de más de trescientas variables entre sí, y se ha podido concluir que hay cuatro entidades biológicas cuya existencia simultánea define ese fenómeno, con tal rotundidad que, si falta una sola de ellas, tendremos la seguridad de estar situados fuera de ese triángulo mágico. Esos indicadores biológicos son el olivo y los géneros de nematodos Aphelenchus, Merlinius y Rotylenchus; lo que demuestra que la génesis de este “Paraíso” está detrás de la presencia simultánea de tres géneros de nematodos ‑los formadores del suelo, origen de la vida‑ y el olivo ‑símbolo de la paz‑. Pero, aunque plantáramos olivos en una comarca cualquiera y llenáramos su suelo con esos nematodos, es más que dudoso que de allí surgiera otro espacio mágico como el de las sierras de María Andrés y Santa María».
Esto era parte del texto que un investigador redactaba para un artículo que debería publicar la revista Science; mientras, a su alrededor, sus nietos Ángel y Juan coloreaban un dibujo-felicitación de Navidad en el cual unos niños llevaban una pancarta donde destacaba la palabra AMOR.
El investigador meditaba sobre el artículo, al tiempo que escribía; cuando, como si de una revelación se tratara, cogió el dibujo que hacían los niños, lo miró y, lentamente, paladeándolos, fue releyendo los binomiales de su estudio: Aphelenchus, Merlinius, Olea europea y Rotylenchus.
—¡Increíble! ‑exclamó el investigador‑. La inicial de estos cuatro nombres forman la palabra AMOR. ¿Existirán otras razones, además de las científicas, que nos acerquen a la verdad de las cosas?
Este es uno de los cuentecicos que contenía la libreta de hojas amarillentas y tapas de hule que, no hace mucho, encontré en una librería de lance de Badajoz. Al leerlo, no pude dejar de acordarme de la ópera Iolanthe: «Sólo es el amor el que hace girar al mundo».

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