Empapados en la guerra

02-10-06.
Pero la muerte cae, cae
sobre los pueblos
como gota de rencores.

O. Cerruto
Sin risas, sin pendientes de ámbar y zafiro, el Amoroso se quedó solo. Ni tordos ni cigarras que le animasen. Berreonas y famélicas entraron las ovejas a desnudarle a mordisco limpio. En pocos días de pampanera, la viña se reducía a un osario vegetal como de arácnidos gigantescos ordenados a tresbolillo.
La escuela tenía el techo más bajo que cuando estudiaba en ella. El suelo parcheado de cemento seguía igual. Iguales los bancos de los niños pequeños, adosados a la pared con respaldo de cemento lustroso. D. Delfín, que ya era bajito, le pareció a Burguillos un poco más disminuido. En la mesa, la vara de negrillo. D. Delfín era un gran maestro, pero repartía más cera que su padre. Seguían los mismos textos, Enciclopedia Grande y Enciclopedia Pequeña. Le colocó junto a Néstor. Néstor Blanco y Miguel de Prado eran los más listos de la escuela. Burguillos les admiraba porque ardían las Matemáticas…

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