29-09-06.
He encontrado un artículo publicado acá, en estas páginas, sobre la enseñanza religiosa en el medio escolar y me digo: «Todavía andamos con las mismas cantinelas», porque debíamos tener medianamente claro el tema. Al menos eso creo yo. Y me explicaré, yendo al meollo de la cuestión de lo que no se quiere discutir, porque no le interesa precisamente a los que más les debiera. Valdrían estas reflexiones para cualquier tipo de creencia religiosa; pero es obvio que aquí de lo que siempre se trata es de la religión católica.
La religión es cosa del alma, de la creencia y de la fe, radicadas en la persona. Cosa y vivencia personal en primer y principal lugar. ¿Debemos intervenir en ese ámbito tan privado desde las estructuras públicas? ¿Debemos tratar de modificar eso, manipularlo; inclusive, forzarlo…? En tiempos de dictadura ni se hacen estas preguntas; en tiempos de dictadura se trata de controlar hasta lo más personal y recóndito. Pero deberíamos suponer (esta es la primera piedra del camino) que no estamos en tiempos de dictadura.
Que la religión tiene un aspecto social es indudable. No por casualidad a la estructura de la religión católica se la llama “iglesia”, o sea, asamblea. La religión, ya hecha estructura, necesita del colectivo. Y el pálpito individual se suma al comunal, para compartir su creencia y sus vivencias, donde crece. Y no son incompatibles sino necesarios los dos planos. ¿Eso implica que la asamblea religiosa debe ser respetada por la sociedad o que incluso debe imponer a esa sociedad sus criterios, formas y estructuras…? Estaremos de acuerdo en que lo último no debiera serlo. En tiempos de dictadura…, etc, etc.
Si de verdad asumiéramos esto anterior, como base de toda controversia, no solo lo aplicaríamos en nuestra dirección interesada: y eso es lo que hace la llamada Iglesia Española. Ni aprendió, ni aprende del transcurso de los tiempos y sus consecuencias. Se amolda o pliega, se camufla; pero, en cuanto puede, vuelve a sus privilegios, no solo a reclamarlos sino a hacerlos efectivos plenamente. No asume su propia responsabilidad. La Iglesia Española, y más en concreto muchos de sus ejecutores (sacerdotes, religiosas/os y laicos agarrados a sus sotanas) quieren que sea la sociedad representada por los poderes ejecutivos la que les asuma sus propias obligaciones. No; les es más cómodo tener un rebaño bien organizado (y supuestamente numeroso) y adoctrinado de modo prácticamente gratuito y obligado, que realizar ese esfuerzo cotidiano y regular de catequesis, convivencia, evangelización, en suma, con los miembros de su comunidad y los que pudiesen sumarse. Así que en los centros de enseñanza es mucho más fácil tener ya preparado el material humano al que adoctrinar; que no otra cosa se pretende.
Y me pregunto: si hay compañeros/as que piensan que esta enseñanza religiosa debe darse, porque ellos/as son católicos militantes, ¿por qué no lo hacen efectivamente fuera de las horas lectivas generales y así se respeta la necesidad del currículo académico básico, la decisión personal de padres o alumnos para recibir esta doctrina, y el ámbito social público y general de toda la ciudadanía, sea la que sea su creencia?
Creo que la enseñanza religiosa debe estar desterrada de la enseñanza pública. Para ello ya tienen sus centros concertados y privados (el Ideario, ¿se olvidan del Ideario?, ¿no es en realidad un adoctrinamiento…?). En los públicos, a lo más (y no es lo de menos) una enseñanza cívica, de derechos y de deberes, de convivencias y de relaciones, de respetos y de sacrificios, de normas. En suma una enseñanza para ser ciudadanos (no fieles), libres para dirigir sus ideas (también religiosas), pero obligados a respetar las de los demás.
Aprenderíamos a construir un País o un Estado, que ya no es poco.