Entrevista al padre Manuel Bermudo de la Rosa

27-06-2006.
Memoria de una época, p. 112.

 

Con motivo de la fiesta titular de la Institución, SAFA ha estimado oportuno solicitar del R. P. Rector, Manuel Bermudo, unas declaraciones sobre la marcha general de nuestra Obra. Él ha accedido amablemente.

 

Nuestra Institución, tiene veinte años de edad. ¿Es aún demasiado joven? ¿Tiene ya un punto de madurez?

‑No le pidamos madurez a lo que ha nacido con sobra de ambición y falta de medios. Nuestra Institución es un fenómeno clásico de la postguerra. Los problemas se planteaban entonces con una gran universalidad. Pero también con un desinteresado olvido de la realidad económica. Elevar la cultura del pueblo andaluz, formarlo cristianamente, y esto aprisa, sembrando apresuradamente Centros, como quien viene a reparar yerros y ausencias pasadas, es empresa demasiado agotadora. Por eso no había sido posible la pausa, la reflexión, la labor necesaria de poda que necesita todo árbol que ha crecido demasiado aprisa. No olvidemos con todo, que en esta ambición inicial de la Obra, causa quizás de sus posibles imperfecciones, radicará siempre su actualidad y su vitalidad.

 

¿Cree usted Padre, que lo más difícil está conseguido? ¿Cree usted que está por conseguir?

‑Sinceramente, sí. No se podía pensar serenamente en un perfeccionamiento de nuestras estructuras y de nuestros métodos de formación cuando no se disponía mensualmente de la nómina de nuestro personal. Hoy tenemos un pobre presupuesto, pero fijo, y esto nos permite afrontar con serenidad otros problemas: que los hombres que trabajan con nosotros estén cristianamente remunerados y que eduquemos mejor. Este segundo problema depende de nosotros mismos y por eso es menos difícil. El aumentar nuestros medios está en manos de otros y en último término de la Divina Providencia que tantas veces salvó a las Escuelas de una hecatombe.
¿Qué satisfacciones le proporcionan las Escuelas? ¿Son mayores las satisfacciones o los malos ratos?
‑Buscar satisfacciones fáciles en una Obra como esta no es problema. Pero prefiero complicarme la vida exigiéndome para ella lo que falta y cuesta conseguir. Y en esta dura lucha la mayor satisfacción es el cumplimiento del deber.
Una cosa inmediata que la Institución se propone. Un proyecto.
‑La terminación de nuestras obras. Las dificultades serias que hacían imposible que el Instituto Nacional de la Vivienda siguiese subvencionando nuestras obras, ha desaparecido. Ya está terminada la cubierta que cubre gran parte del edificio de Andújar para defenderlo de las filtraciones de la antigua azotea. Inmediatamente se terminará el pabellón fachada del mismo Andújar, tan necesario para el Grupo Escolar. Otras obras menores se realizarán también este año, como la terminación del presbiterio de la Iglesia de Úbeda. Pero la gran noticia viene en una carta recibida ayer mismo del señor Ministro de la Vivienda en que se me comunica que para el presupuesto de 1961 del INV se incluye la terminación total de Linares. Es decir, Iglesia, Residencia Obrera y de Padres, Escuela Química, etcétera. Quiero dejar constancia de que esta noticia ha llegado al día siguiente en que todos nuestros alumnos hacían vela ante el Señor, rezando confiados la jaculatoria del Sagrado Corazón por esta intención. Se comprueba una vez más en la Institución, la eficacia de la oración confiada de los alumnos.
Elogie usted una cosa, a una persona, de la Sagrada Familia.
‑Al profesor bueno y fiel que lleva años en las Escuelas sin ser remunerado su trabajo como su profesión y su competencia lo exige. Al maestro nacional cuyo pequeño sueldo no quita ilusiones a su afán diario por darse en cuerpo y alma a esta Obra apasionante. Al empleado y al obrero de nuestros talleres, al que no podemos pagar aún lo necesario para vivir, y a todos aquellos que han dado por nuestra Obra, desinteresadamente, heroicamente a veces, lo mejor de sus vidas. No me engaño a mí mismo viendo sólo sus virtudes. Pero existen éstas y las debo alabar.
¿Alguna censura?
‑Tendría que empezar reprendiéndome a mí mismo. Si insistís, hablaré de los que justifican con las imperfecciones ajenas su poca capacidad de entrega y entusiasmo.
¿Nuevas fundaciones?
‑Prefiero no hablar de nuevos Centros, sino de consolidación de los existentes.
Situación económica de la Institución.
‑En diciembre de 1958 teníamos 7.492.946,92 pesetas, y nos faltaban para nuestro presupuesto ordinario 2.347.153,21 pesetas. Fueron unos momentos difíciles para la Obra. Hoy hemos saldado totalmente esa deuda y conseguido un presupuesto equilibrado de ingresos y gastos por valor de 9.330.000 pesetas. Aunque estos números parecen grandes, no lo son en relación con las necesidades a que atienden (6.773 alumnos y 14 Centros). Yo creo que es un presupuesto de pobres y que nuestra educación es de las más baratas de España. Algunos capítulos del presupuesto son índices de esa estrechez en que vivimos. Para conservación y reparación de locales, 139.407 pesetas; y para alimentación, 12 pesetas por plaza, cifra que teníamos también en 1957, mientras el índice de precios ha subido desde entonces en un 15%.
El problema se agudiza cuando se trata de nuestro personal, mal remunerado en todas sus categorías, al menos si se atiende, no a lo que es costumbre, sino a lo que es justo y cristiano, y para el cual quisiéramos pronto un legítimo aumento. Tengo que ser sincero diciendo que la solución no será fácil, aunque trabajemos intensamente en lograrlo. Un pequeño botón de muestra: una mínima subida anual de 6.500 pesetas (500 mensuales) a todos los hombres que dedican la jornada entera a la Institución supone al año 2.300.000 pesetas, es decir, un 25 por ciento más de nuestro presupuesto.
Y ¿cómo definiría usted la mística de la Institución?
‑Es una mística apasionante pero un poco prosaica y se compone más de convicciones y responsabilidades que de fáciles entusiasmos. Una convicción de que es urgente elevar a nuestro pueblo andaluz, culturalmente, hasta donde dé de sí su inteligencia, y cristianamente según a medida de su corazón, para sacarlo de su miseria y de su injusticia.
Un sentido de responsabilidad para educar con constancia, con método, con calidad, con flexibilidad, para evolucionar cuando es preciso, y con seriedad para atacar con bríos lo difícil. Educar cantando pero, a la vez, como si se hiciera mecánica de precisión. Una desinteresada entrega, como en aquellos tiempos heroicos de la fundación.
Y todo esto porque existe un mensaje evangélico de amar a los demás como a nosotros mismos, cuya aplicación actual en Andalucía son, para nosotros, las Escuelas.
Padre Manuel Bermudo de la Rosa.

(Periódico SAFA, n.º 3-4; febrero-marzo de 1961).

 

Copyright © por AA-MAGISTERIO-Safa-Úbeda Derechos Reservados.
Publicado en: 2005-04-01 (66 Lecturas)

Deja una respuesta