Un 30 de febrero de aquellos años

Hace días Berzosa me llamó para que le diera el título de un tema que debería exponer… Así de pronto, repenticé este de “Un 30 de febrero de aquellos años”. José María mostró su extrañeza, pero estoy seguro de que, en el fondo, pensaría que diría algo interesante.
Un treinta de febrero era una comedia de Alfonso Paso, un fugaz pero interesante colaborador de Tanteos, que nació, en su etapa más larga, en febrero con una portada de Miguel Cano en la que aparecía la torre de la iglesia y una cigüeña, símbolo inefable de una nueva vida. El día 9 de ese mes se celebraba el día del Estudiante Caído que fue asesinado cuando pregonaba el periódico FE. Es del Deutoronomio, las olas del mar, la arena de la playa, los días del pasado… ¿quién podrá contarlos?… Igualmente los estudiantes que no hemos acabado la meta, que no hemos acabado la “carrera” somos infinitos… Por eso, hoy tantos lustros después, cuando se me ha entregado el Documento de Socio, es para mí una enorme satisfacción y que agradezco desde lo más profundo de mi ser.

A veces para mí, los recuerdos de aquellos años me parecen, por maravillosos, por fantásticos, por encantadores, que no hayan existido y sean sólo fruto de una calenturienta imaginación. Cuando los resumo en un día, parece que esas 24 horas son irreales como un 30 de febrero que por muchos años bisiestos que vivamos no existirá jamás.
Por eso, cuando estamos casi todos juntos, cuando no veo a don Jesús ahí cerca, recuerdo con nostalgia todas sus obras. Él hizo posible con sus academias, con sus ensayos… que los días tuvieran 27 horas: “Yo voy soñando caminos…”,“Cristal feliz de mi niñez huraña” y la emocionante lectura plena de intriga, rebosante de ilusión de “El testamento de la mariposa”…
Brindemos con la copa de menta de la protagonista por hacer realidad todos los sueños imposibles de un 30 de febrero de aquellos años.
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Publicado en: 2005-03-15 (51 Lecturas).

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