Presentación de Juan Márquez

Si José Martínez comenzaba su parlamento con las palabras: “¿y qué digo ahora?”, después de oír a los que le habían precedido, yo me siento abrumado, porque mi fuerte no fue nunca la literatura y, dentro de ella, mucho menos la oratoria.
Cuando José María me propuso que hiciera la presentación de Juan Márquez, al principio tuve mis dudas; incluso lo llamé para decirle que pensaba que sería más conveniente que lo presentara un compañero de su curso, ya que tendría más conocimiento directo del personaje. Pero, prácticamente de inmediato, acepté el encargo, pues pensé que también sería bueno dar la visión de un compañero, por parte de otro de un curso inferior.

De todas maneras, hacer esta presentación representa para mí dos aspectos contradictorios: Por una parte la facilidad de hablar de una personalidad rica y enormemente polifacética y, por otra, la dificultad de desgranar en pocas palabras todas las posibilidades que tienen las múltiples facetas de este personaje. De todas maneras tengo una ventaja. La presentación será corta ya que como dice el refrán: «lo bueno si breve…”, pues eso, que dura menos y la gente no se cansa.
Cuando mi curso quedó primero en la liga de la 3.ª División y conseguimos el ansiado ascenso a la 2.ª, observábamos, embobados, a los personajes de 4.º y 5.º curso que fumaban, ligaban… Para nosotros eran lo que ahora llamaríamos «los galácticos».
Entre ellos recuerdo a Juan, al que admiraba, entre otras cosas, por su enorme y variada hiperactividad: comerciante, ligón precoz, teatrero, periodista, editor de revistas.
Como comerciante, no recuerdo otra persona que tuviera más visión para los negocios y, al mismo tiempo, tanta picardía para multiplicar los beneficios en un abrir y cerrar de ojos: una simple hoja de papel, que costaba, pongamos que 50 céntimos, la dividía en cuatro partes (lo que llamábamos fichas), y cada una de ellas nos las endosaba a 50 céntimos. En el lenguaje actual de la economía, es lo que llamaríamos la subida del IPC, en material escolar, de un ¡300%!
Si esto, en sí, ya es admirable, para mí, lo que más me llamaba la atención era cuando, en la Revista Tanteos, publicaba entrevistas realizadas a personajes, para nosotros mitológicos, inalcanzables, tales como Paco Rabal o Antonio Gala.
Nadie podía ser enemigo de Juan Márquez. Estaba dotado de una mirada pícara y una sonrisa angelical que dejaba desarmado al más belicoso, por más ganas de bronca que tuviera.
De su sentido de la ironía y fino humor me han contado algunas de las infinitas anécdotas que protagonizó durante los viajes que realizaron con don Jesús y de los que yo no tuve la suerte de participar. Una muestra: Un día en la playa, don Jesús estaba de palique con una bañista y de repente aparece todo serio Juan, con cara bobalicona y gran regocijo interior y dice: “¡Papá, te espera mamá con los peques!”. (Mi gozo en un pozo, debió pensar don Jesús.)
Acabo, aunque habría para seguir y seguir. Aquí queda Juan que nos deleitará con su parlamento y que, como habréis comprobado, por su título, corrobora parte de lo que acabo de decir.
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Publicado en: 2004-09-27 (68 Lecturas).

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