Querido Pepe:
Préstame la voz, que no el corazón. Y sin añadir una letra ni restarle una tilde, lee este mensaje a mi gente. A los que conozco y a los desconocidos. Que por ser fruto maduro de la Safa, todos son míos. Para todos, mi ¡salve! cordial y estremecido.
Ojos incapaces de recrearse en los encantos de sus amigas… Y brazos colgados, entumeciéndose de no abrazar a sus amigos… encogen el alma y achican la vida…