Siempre es Navidad

Se respiraba cierto nerviosismo en la clase. Las vacaciones se acercaban, las ventanas habían sido adornadas con motivos navideños y se ensayaban unos villancicos.
—¡Fernando! ¿Qué celebramos en la Navidad? —preguntó el maestro.
—¿En Navidad? —contestó Fernando en voz baja, mientras intentaba ocultar, bajo la mesa, las pegatinas del dulce que acababa de abrir.
Una docena de manos se alzaron rápidamente indicando que sabían la respuesta.

—¡El nacimiento del Niño Jesús! —contestaron casi a coro otras tantas voces.
El maestro les habló de Jesús en Belén, de María y José, del portal, del frío, de la mula y el buey, de los pastores… Pero lo más importante y difícil era meter en aquellas cabecitas ese mensaje de Amor que Jesús nos trajo.
El maestro les dijo:
—Amor es hacer más agradable la vida a los demás: no pelearse con los compañeros; ser generoso compartiendo y prestando nuestras cosas; en casa no incordiar a los hermanos para que luego les riña mamá; responder con agrado cuando tenemos que interrumpir nuestro juego para hacer algún recado a mamá o papá…
También les dijo:
—Amor es ese beso a mamá y a papá, y ese “¡buenos días!”, cuando abrimos los ojos por la mañana; no ser exigente en casa, pedir las cosas por favor y dar las gracias…
Les contó:
—Que hay muchos niños caprichosos a la hora de comer, “esto no me gusta, esto no lo quiero” y teníamos que pensar en los muchos niños que pasan hambre, que mueren por no tener nada para comer.
El maestro insistía:
—Amor es ayudar un poquito en casa, cuidando nuestras cosas, siendo ordenados, no convirtiendo a mamá en nuestra criada.
Todo esto y algunas cosillas más les dijo el maestro, intentando que los pequeños entendieran y pusieran en práctica el mensaje de Amor que nació en aquel portal de Belén.
—¡Fernando! ¿Qué es la Navidad? —volvió a preguntar el maestro.
—¿Navidad? ¿Navidad? —contestó Fernando.
Durante la explicación, Fernando había seguido jugando con sus pegatinas y ya el dulce iba llegando a su fin.
Cuando Fernando llegó a su casa, entró y cerró la puerta con mucho cuidado, no dio portazo como siempre; no tiró el maletín, como de costumbre, sino que la puso en su sitio. Se dirigió a la salita donde estaba su madre.
—¡Buenas tardes, mamá!
—¡Buenas tardes, hijo!
Fernando se acercó a su madre y la besó.
—No te he escuchado entrar, hijo.
—Mamá, ¿me das la merienda, por favor?
—Ahora mismo, hijo mío. ¿Quieres un  bocadillo de salchichón?
—Lo que tú quieras mamá, lo que tú quieras. Gracias.
La madre, sorprendida por este comportamiento inusual, se quedó mirando fijamente a Fernando y le preguntó.
—¿Qué te pasa Fernando? ¿Te ocurre algo?
—Nada mamá: estamos en Navidad.
La madre se acercó a su hijo y acariciándole tiernamente, exclamó:
—¡Ojalá, hijo mío, siempre fuera Navidad!
FELIZ NAVIDAD
 

 

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Publicado en: 2004-12-08 (81 Lecturas)

 

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