Organizar y dinamizar un grupo. Motivaciones

Para organizar algo, siempre hay que partir de un planteamiento teórico. Y, es en la teoría donde solemos sufrir los mayores errores todos aquellos a los que nos da por pensar, aunque sea poco. La práctica suele acomodarnos al uso auténtico de los medios que manejamos y de los fines que pretendemos conseguir.
Organizar y dinamizar un grupo es relativamente fácil si existe un conjunto de motivaciones; o una sola, pero contundente, que dé sentido a esa agrupación o a esa vida social que pretendemos. En nuestro caso, como safistas, tenemos una razón histórica: hemos compartido experiencias con los mismos profesores, con variados sacerdotes, en las mismas clases, en diferentes campos de deporte, con las mismas normas de conducta… El recuerdo suele ser positivo, porque borra lo áspero y deja lo suave.

Mi experiencia con los compañeros de curso está siendo valiosa y puede que sirva de estímulo para otros que se aproximan. Por eso, voy a darle la vuelta a la tortilla. Empezaré por la práctica y, después, podré o podremos concluir una teoría. Así, quizá tengamos que corregir poco.
Los integrantes de nuestro curso apenas nos vimos durante veinticinco años. Cuando iba a ocurrir tal efeméride —las llamadas Bodas de Plata—, un atareado y animoso Paco Herrera me indicó tal hecho y me pidió que participara con él en la organización del acontecimiento en Úbeda. Otros también lo manejaban desde sus referencias lejanas. Tuvimos que buscar direcciones y celebrar contactos telefónicos, que sirvieron para alegrarnos o entristecernos. El hecho es que de veinticuatro compañeros que terminamos, acudimos dieciséis con nuestras respectivas esposas; e, incluso alguno, con sus hijos.
Fueron dos días inolvidables que sirvieron para comprometernos a juntarnos con mayor frecuencia. Nuestras mujeres disfrutaron con nosotros, viendo la cara de felicidad que se nos ponía, recordando, recordando, recordando… Casi todas ellas se conocieron por primera vez y han sido la clave, a la larga, de nuestra insistencia. Se han ido estimando y comprendiendo. Y se ríen, amorosamente, de nuestra debilidad recordatoria.
Pasaron otros cinco años sin decir ni pío. Hasta que Manolo Ballesta, Eladio Garzón, Paco Haro, José Luis Molino y algunos más, se empeñaron en que nos juntásemos de nuevo para despedir al trémulo Pepe Campos, en su jubilación anticipada. Acudimos y le montamos un discreto numerito, en la alegría del cava, con las canciones que nuestros profesores musicales nos enseñaron durante las tardes ubetenses. Me parece que de allí salió el que nos emborrachásemos “de” la feria de Sevilla un año después. (No puedo evitar mi deformación lingüística, y sonreír por la importancia significativa de las pobres preposiciones). Después hemos acompañado a Juan y a Mercedes en la inauguración de su hermoso chalé. Hemos asistido a diversas bodas de algunos de nuestros hijos. A la segunda boda de Manolo. Hemos sufrido el entierro de Pepe. Y hemos disfrutado de la alegría mayor del reino, cuando decidimos acudir sorpresivamente a Valladolid, para darle un toque de ánimo a nuestro zaherido y solitario Jesús M.ª Burgos a quien, posteriormente y junto con otros compañeros de distintos cursos, al fin, lo hemos reconocido con notoriedad como personaje trascendente en la formación de nuestra vida.
La última reunión la hemos celebrado otra vez en Úbeda, para organizar una asociación de antiguos alumnos de la Safa, por iniciativa de Dionisio Rodríguez. En ella hemos reencontrado muchos rostros conocidos; algunos difuminados por el tiempo, pero llenos de sonrisa y de afecto.
Como veis, somos humanos y caritativos, en el sentido paulino: empezamos por nosotros mismos. Creo que este es el principio que permite reunirnos con gusto. Buscamos estar con aquellos que necesitamos, o que creemos que nos necesitan.
Mi fundamental conclusión es que nuestra asociación de antiguos alumnos no debe pecar de petulante. Debe ser sencilla, abierta, oportuna, discreta, amena, puntual… El tiempo dirá si se convierte en trascendente.
trascender.
1. Exhalar olor tan vivo y subido, que penetra y se extiende a gran distancia.
2. Extender o comunicarse los efectos de unas cosas a otras, produciendo consecuencias.
1995 DRAE.
Podemos aspirar a cumplir cada una de estas definiciones. La primera me encanta, en sentido figurado. ¿Os imagináis que nuestros encuentros sean tan vivos y subidos que se extiendan por toda España…? Tenemos compañeros a lo largo y ancho de ella…
Sólo me queda teorizar un poco.
Sensación colectiva
Asegurarse de que el grupo quiere existir, no porque a una o a varias personas se les haya ocurrido la idea, sino porque el conjunto lo quiere.
Finalidad
Averiguar si el grupo busca con su funcionamiento una finalidad intrascendente, porque sólo pretende vivir y disfrutar de la amistad, del recuerdo, de las actividades amenas… o trascendente, porque quiere influir decisivamente en el conjunto de la sociedad en la que vive. O una mezcla de ambas.
Competencia participativa
Horizontalidad de la competencia, que permita la acción multiforme de todos los integrantes del grupo.
Libertad de acción
Libertad individual, que permita al sujeto realizar una actividad dentro del grupo según sus intereses y necesidades; o no realizarla, puntualmente, porque la considere poco interesante.
Experiencias
Aportación de experiencias propias: intelectuales (asistencia a manifestaciones artísticas, edición de textos, cursos de divulgación…) y afectivas (viajes culturales, celebraciones de diverso tipo, intercambios orales…), que sirvan de acicate para la expresión social del grupo.
Vosotros tenéis la palabra y el gusto.

 

29-03-10.
(41 lecturas).

 

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