Aceitunicas
Aceitunicas que rodaron
por caminos
desde la luz
a la piedra,
al pájaro,
al mar,
a una mirada,
a una canción…,
y todos los años llegan,
por los olivos,
a la campiña.
Aceitunicas verdes, moradas y negras
que vieron a los ángeles
en otros mundos,
y tienen dentro,
en miles de moléculas,
el universo.
Aceitunicas que nacen a este mundo,
todos los años,
en la pequeña matriz
del cuenco de una mano
de aceitunera.
Quietud de la tarde
entre álamos sin hojas.
Quietas las horas.
Quieto el viento.
Quieta el agua
del río.
Quieto el deseo.
Quietos los pensamientos.
Las hormigas, mariposas y abejorros,
quietos.
Quietas las esquilas
de las cabras.
Los lagartos, pájaros y lucios,
quietos
Y las jóvenes del río,
quietas.
Que los álamos verticales,
estirados,
están sólo
mirando al cielo.