Algo sobre «Tanteos»

He recibido Tanteos. Curiosamente al tener en mis manos la revista, recordé que había colaborado en el primer o segundo número; me lo aseguró Antonio Cuadros Montes, amigo de siempre y vecino de ahora.

Algo mío salió en sus páginas pese a las reticencias de algunos de los redactores más conspicuos. No tengo copia de aquel número. Posiblemente alguno conserve aquellos números. Yo era entonces del reducido grupo de los “primeros de Burgos”. Luego ha llovido demasiado.
Entre las páginas de la revista he encontrado amigos y compañeros entrañables pese a la distancia y el olvido. Pero de verdad, al leerla, me encontré con una visión idílica de la Safa, una alegría de renovada juventud perdida, subrayada por la euforia de los encuentros. Me hice la siguiente pregunta: ¿Había estudiado yo en otra Safa diferente? ¿Seguía siendo yo un elemento crítico con la Institución y su sistema llevado a cabo por un personal laico y religioso que, en parte, arbitrariamente aplicaba la metodología? ¿Ninguno de los colaboradores había soportado las arbitrariedades de algunos profesores, educadores y “maestrillos”? Ciertamente que a partir de los dos o tres años siguientes a mi promoción los aires más renovadores y liberales se hicieron patentes. La personalidad de Jesús Burgos “arrebató” a varias decenas de muchachos y creció, afortunadamente, una corriente vitalista, tanto en la enseñanza como en anhelo de superación individual. Por encima de todo conservo lo que pude heredar de aquel espíritu: el rigor, la responsabilidad, el gusto por la música, la literatura, el respeto por la amistad, el espíritu crítico, la racionalidad. Gran parte de esta herencia por supuesto que la recibí de hombres como Jesús Burgos. Pero también he de decir que fue la propia ciudad de Úbeda, su entorno mítico, la que influyó complementariamente. De tal modo que aparece con frecuencia en lo que escribo.
Reflexionando un poco sobre el contenido exultante de la revista, me gustaría pensar en algo más concreto: después del gozo de los encuentros debe venir la maduración de un proyecto estructurado de creación de una Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio Safa y un medio de comunicación interna que bien podría ser Tanteos. Ahora bien, este proyecto, en su complejidad, supone implicar no sólo a los “muchachos de Burgos”, sino también a cualquier otro antiguo alumno de Magisterio.
Eso significaría una adecuación de procedimientos, un ceder terreno a lo amistoso y entrañable para ampliar objetivos. ¿Interesaría esta cesión? ¿Estaríamos dispuestos a ella? ¿Nos conformaríamos con estas reuniones periódicas entre nostálgicas y notariales: quién falta, quién no ha venido, quién se ha ido definitivamente…? Y, una vez fundada la Asociación, habría que plantear los principios y proyectos; principios y proyectos que tendrían que implicarse en el desarrollo de la propia Escuela de Magisterio. No creo que la Asociación deba ser un apósito nostálgico de sesentones, con todas las grandezas y miserias que tengan estas asociaciones. De lo contrario, terminaríamos por ser un grupo caduco que se reúne para reconocerse en su reconstruida amistad y en sus deterioros inevitables, y terapéuticamente salir aliviados de los achaques del cuerpo y del alma. Los fervores están muy bien, la constancia es más provechosa.
A partir de estas reflexiones en voz escrita que me he permitido, pido disculpas a quienes haya trastocado su acomodada e idílica visión y pido cierta valentía a aquellos que verdaderamente puedan y quieran sentirse implicados en una más compleja tarea.
 
         La soledad posee la indigencia
de las áridas islas,
de los archipiélagos
volcánicos,
a donde los navíos
acuden una vez en la vida,
abandonan sus náufragos,
y se alejan
dando la espalda
al viento del corazón
teñido de pañuelos.
23-10-03.
(74 lecturas).

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