Gente de bien

 

26-05-06.
A nuestra edad, es altamente beneficioso escuchar atentamente la palabra del amigo, que la amistad es la mejor medicina para las enfermedades del alma y hasta mejora la salud del cuerpo cuando conviene, como el santo sacramento de la Extremaunción, según el catecismo del Padre Ripalda. Celebro que la disputa vuelva de nuevo a nuestro Café, que si el debate es honesto, valiente y amistoso, bienvenido sea. Allá vamos. Dice Diego, que dice Temilotzin, que es miembro del Consejo Indígena de Anauac, que si el desarrollo occidental sigue por el camino que va, pronto estaremos de nuevo subidos a los árboles y haciendo fuego, frotando dos palitos. La frase ‑no me digáis que no‑ se las trae.

 

 

Yo siempre he creído que el problema de la vivienda se debía resolver edificando más pisos hasta que a la ministra se le ocurrió solucionarlo regalando zapatillas. También pensaba que la delincuencia debería subsanarse poniendo más Guardia Civil, pero hay gente que cree que el orden está garantizado dejando quince pueblos bajo la tutela de dos “parejas”. Así nos va. Finalmente, creo que los pueblos mejoran su bienestar y riqueza cuando los gobiernos garantizan el orden, libertad, trabajo y solidaridad entre sus ciudadanos. Pero, evidentemente, hay gente que no piensa como yo.
Hacía poco que vivía en Barcelona. Uno de mis ídolos de juventud era Che Guevara. ¡Lo que son las cosas! Me sabía de memoria las estrofas de la canción “Hasta siempre comandante” de Carlos Puebla. Por entonces estaban de moda los “Pubs” y los cantantes suramericanos. Había un paraguayo que cantaba, y tocaba la guitarra como los ángeles.
‑Yo también soy alumno de jesuitas, ‑me decía‑, y mi nombre en castellano es Francisco, pero me llamaban Mareko que es un nombre guaraní. A los jesuitas les gustaba aprender nuestro idioma.
Hacia las tres de la mañana, poco antes de cerrar el establecimiento quedábamos los incondicionales. Entonces nos preguntaba qué canción nos gustaría escuchar. Cantaba en tono bajo y suave:
“Aprendimos a quererte
Desde la histórica altura
Donde el sol de tu bravura
Le puso cerco a la muerte.
Aquí se queda la clara,
La entrañable transparencia
De tu querida presencia
(Y aquí, todos levantábamos el puño y cantábamos a coro, con los cubatas en la otra mano)
Comandante Che Guevara”.
Compré un libro con su biografía. Hablaba de las promesas de la Revolución Cubana. Elecciones democráticas, grandes medidas sociales, erradicación del analfabetismo, extensión de los servicios educativos al ámbito rural, mejora de los niveles de salud y bienestar. Un gobierno fuerte que terminaría con el juego, la prostitución y la corrupción de los políticos, mal endémico de los gobiernos cubanos desde Gerardo Machado hasta Batista. Expropiación de las propiedades azucareras y de las refinerías estadounidenses y nacionalización de las propiedades urbanas. El libro hablaba también de la ideología de Fidel. Un hombre que se caracterizaba por su modestia y sencillez, ejemplo de austeridad y honestidad, con una concepción científica del mundo, trabajador infatigable para beneficio de la clase obrera y de las necesidades de su pueblo. O sea, lo de siempre.
Ha pasado mucho tiempo. Todo ha cambiado. Ya no voy a cantar canciones subversivas ni creo en los movimientos revolucionarios. El pasado día cinco de este mes de mayo, leía en El País que Fidel Castro, el infatigable trabajador por la causa del trabajo y del pueblo de Cuba, ocupaba el séptimo lugar entre los políticos más ricos del mundo, por delante de Teodoro Obiang, otro ejemplo de austeridad y honestidad y de la Reina Isabel de Inglaterra, modelo, como los anteriores, de modestia y sencillez. ¿Es una acusación más de la prensa facha y cavernícola? No querido amigo. Lamentablemente es la realidad. Así acaban la mayoría de los ardores revolucionarios, los soles de primavera y los cantos libertarios. No nos confundamos amigo Diego. Estos vientos no son nuevos y tienen de frescos y bonancibles lo que el huracán “Emily” o el “Katrina”. A la oposición se la reprime o aniquila. No hay reparto de riqueza sino de cartillas de racionamiento y al pueblo le queda el consuelo de aplaudir emocionado, las consignas de “socialismo o muerte” que dicta un señor que “viaja exclusivamente en una flota de Mercedes negros” y que dispone de una de las mayores fortunas del mundo. Ese es el programa, lo demás, palabras y demagogia. ¿Para qué nos vamos a engañar?
Me parece que fue Mareko, el cantante paraguayo, quien me lo contó. Un día de insoportable calor estaban reunidos los seis miembros del Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana (PURSC) compuesto por los hermanos Castro, el Che, Dorticós, Roca y Emilio Aragonés. Uno de ellos, limpiándose el sudor de la frente preguntó:
‑Presidente, ¿podemos quitarnos las guerreras?
‑Sí, pero cada uno la suya. ‑contestó Fidel.
Eran los años duros de la Revolución de aquella gente de bien.
Barcelona, 23 de mayo de 2006.

 

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