Partido amañado

En el año 1998 realicé un trabajo de investigación en mi aula que titulé “Descubrir Iberoamérica”, del que incluí una breve reseña en mi libro ¿Qué pensará Bryan de nosotros? conocido por la mayoría de compañeros de nuestra asociación. Durante la experiencia entrevistamos a una veintena de inmigrantes iberoamericanos residentes en Málaga, que nos aportaron valiosos datos sobre sus diferentes culturas y la realidad social de cada uno de sus países.

Por aquellos días andaba por Málaga Temilotzin, miembro del Consejo Indígena Anauac de México, que en una entrevista en el diario Sur dijo: “Con el desarrollo occidental, que no lleva ni cien años, se han destruido mares y ríos, se ha contaminado la atmósfera… Si el mundo indígena y el Tercer Mundo, que representan el 80% de la población mundial, entrarán en ese desarrollo, destruiríamos la naturaleza muy pronto”.

Las palabras de Temilotzin fueron muy útiles para que mis alumnos aprendieran a mirar las cosas desde otro punto de vista, es decir, el de la mayoría de los bolivianos, peruanos, ecuatorianos, salvadoreños… ¡Qué herencia les dejó nuestro glorioso Imperio en el que nunca se ponía el Sol!
¡Cuánto les hemos robado, durante quinientos años de colonialismo! Españoles, portugueses, ingleses… ¡estadounidenses sobre todo! explotamos sus riquezas naturales a cambio de “civilización”. ¡Vergüenza me da de describir el resultado de tanto desmadre!
Independientemente de lo que pienso sobre cada uno de los nuevos dirigentes de la nueva hornada política iberoamericana, por fin, un viento fresco vuelve a soplar por aquellas latitudes. Si es democrático, bienvenido. Si pretende un reparto más justo de la riqueza, bienvenido. Si defiende el desarrollo sostenible, bienvenido. Si su objetivo es acabar con la miseria… ¡Aleluya! Todavía podemos tener esperanza por un mundo mejor. Y si son capaces de liderar la reacción sensata contra el nacionalismo imperial de nuestro paternal, desinteresado y benefactor árbitro internacional norteamericano… mi aplauso está asegurado.
La teoría de la dependencia, tan defendida por sectores americanistas, argumenta que se tardaría demasiado tiempo en solucionar el subdesarrollo del Tercer Mundo a costa de tambalear el crecimiento económico de los países desarrollados. ¿Será posible que en aras del bienestar no seamos capaces de encontrar fórmulas de cooperación real para el desarrollo de los que apenas consumen para subsistir?

Llegan Lula, Evo, Chávez, Toledo… una panda de recios grandotes con caras de brutos, jersey a rayas y con otro discurso diferente al conformismo de la dependencia. Quieren lo que es suyo. Necesitan recuperar la pelota de un partido amañado desde hace siglos, en el que la ventaja ha sido demasiado desproporcionada. A lo mejor el medio millón de habitantes del basurero instalado en las colinas de La Paz pueden mejorar algo su nulo poder adquisitivo. Por mí que se lleven la pelota, el partido, el césped y el estadio, si les pertenecen. Que de limosnas están hartos. Que su hambre es de justicia social. Ya no se fían de las fórmulas para el desarrollo que el mundo desarrollado les ha impuesto con el nombre de tratados de amistad y cooperación. Ahora quieren sólo amistad. La cooperación y el desarrollo que les vendimos ya no les interesan. Los resultados cantan y mejor pobres con honor que indignos miserables.

 

Dibujo de una de las enciclopedias que se estudiaban en las escuelas de los años cincuenta.

 

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Publicado en: 2006-05-23 (47 Lecturas).

 

 

 

 

 

 

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