Conocí a Juanfra Garrido en el Colegio de la Safa de Linares. Tenía yo 19 años y ejercía mi profesión de maestro en la clase donde él estaba, un segundo curso de primaria. Lo recuerdo alto, delgado, sereno, tímido, educado… Me llamaban la atención las continuas visitas de su padre interesándose por su rendimiento, ya que por entonces padecía una otitis persistente que le impedía oír bien con un oído. Era uno de esos niños entrañables, sinceros, nobles… que se quedan para siempre en el archivo de nuestra memoria.
Aquel año 1969 conocí a Reme, la que hoy es mi mujer y que casualmente era prima de Juanfra. Me contaba que mi alumno hablaba mucho de su maestro tanto a sus padres como a sus tíos, mis futuros suegros, por lo que me sentía muy contento por la forma tan original de darme a conocer en familia.

En 1984 fichó por el Breogán de Lugo, donde permaneció cuatro años, uno de ellos jugando la Copa Korac y participó en unas secuencias del rodaje de la película «La vieja música», de Mario Camus, junto a la actriz Charo López. Después, Caja San Fernando, Tenerife, Torrejón de Ardoz y Linares.
A él le debo mi afición al baloncesto desde hace más de veinte años. Cada vez que Juanfra venía a Málaga con alguno de sus equipos, nos llamaba por teléfono para decirnos que teníamos dos entradas en taquilla. Por entonces, el baloncesto era para mí un deporte con poco interés; pero, poco a poco se fue convirtiendo en una pasión familiar hasta el punto que, desde los tiempos de Mario Pesquera, mi familia y yo asistimos puntualmente a todos los encuentros de nuestro Unicaja, antes Caja de Ronda.

Juanfra fue uno de mis alumnos más queridos. Era un niño entrañable, sentado siempre en las últimas mesas para que su altura no molestase a los demás. Correcto en el trato, aplicado en el trabajo, buen compañero… fruto de una familia entregada a la educación de sus hijos. Su padre no podía soportar vivir sin él y se fue por el mismo camino después de dedicar sus últimos años a escribirle cartas imaginándoselo en las pistas celestiales, en un quinteto ideal.
Su madre, nuestra tía Loli, fuerte y tierna a la vez, ha sabido sacar fuerzas del dolor para seguir viendo la vida como su hijo la veía, como una cancha de pasiones y de superación ante las adversidades. Ella es el ejemplo de lucha por recuperar momentos inolvidables de aquellos tiempos en los que la juventud limpia y apasionada de Juanfra nos hacía soñar con atardeceres vestidos de primavera y amaneceres que invitaban a la esperanza…
Este artículo fue editado en www.basketconfidencial.com el 25-02-2004. Lo traemos aquí por insinuación de su autor, aunque un poco tarde.
28-03-04.
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