02-06-06.
¡Ye, ye! Sí me quiero enterar… Me he enterado y me he hartado de reír con tu ocurrente final «Dilige, et quod vis face que como todos los alumnos de la Logse saben, quiere decir: ‘Ama y haz lo que quieras. Amén’». ¡Pero… si es que no quieres terminar! Cuando parece que está todo zanjado inicias otro debate. ¿Para qué necesitan los alumnos Logse saber lo que quería decir san Agustín con esas palabras? ¡Vaya incitación del ilustrísimo santo al libertinaje! No las entiendo ni yo, que soy de los jesuitas de Úbeda. ¿Será el puente que él construyó entre la filosofía platónica y el cristianismo del siglo IV? Bastante tienen los pobres logsianos con la que les cayó encima con un profesorado sin preparación profesional ni actitudinal hacia el nuevo reto de una ley inspirada en la diversidad, en la escuela inclusiva, en la integración y en el trabajo cooperativo. ¡Cómo me hubiera gustado a mí haber aprendido con la filosofía pedagógica de la Logse! Pero no se tuvo en cuenta que el profesorado procedía de otros tiempos de sistemas excluyentes y selectivos, gracias a los cuales se educaba con el éxito asegurado de la minoría bien cribada. Lo dijo nuestro Sebastián Rodríguez Espinar. Ahora, no.
Ahora se educa (se debería educar) hasta los dieciséis años a todos igual, aunque atendiendo ‑decía la Logse‑ a la diversidad y a los diferentes ritmos de aprendizaje. Difícil ¿no? Casi utópico ‑pienso yo‑. Te aseguro que nuestros eminentes profesores de Úbeda hubieran fracasado, como muchos otros, sin la preparación adecuada. Es como si los que trabajaban en el banco hace veinte años tuvieran que hacerlo ahora con los conocimientos y métodos de entonces. «Nadie hace bien lo que hace contra su voluntad» ‑decía San Agustín‑. Desgraciadamente, la mayoría del profesorado de Secundaria, ante la angustia producida por la ausencia de respuestas a los nuevos conflictos didácticos, optaron por rechazar una ley demasiado avanzada para su formación psicopedagógica inicial. La Administración socialista tuvo gran responsabilidad, por inhibirse de una ley paralela de financiación. La solución que los populares aportaron con su ley de calidad, potenciando los privilegios de la escuela privada, acabaron con el sueño de muchos docentes, que hemos visto cómo el sistema educativo sigue obsoleto en lo fundamental: la reforma pedagógica. Ya veremos lo que nos depara el futuro con la LOE.
Querido Dionisio, «todo pasa, todo queda, pero lo nuestro es pasar…» ‑que decía el poeta‑. Te releo dos y tres veces, disfruto con tu fácil y ocurrente literatura y comparto contigo la idea de no alargar los debates para que no cansemos al personal. Gracias por tus elogios. Sé que son sinceros y exagerados. Los que yo debería volver a decir de ti los dejo para otra ocasión, así no parecerá que hay tongo.
Y no lo olvides, sólo soy un sofista en busca de alguna luz que dé respuesta a mis preguntas. Si algunas de mis expresiones han sido “encendidas” e inapropiadas a tus “razonamientos tan simples”, recuerda las palabras de Buonarroti: «El espíritu es el que reinterpreta lo que perciben los sentidos…». Y de eso estoy seguro: tú estás sobrado de espíritu y de capacidad para interpretar la obviedad con que replico parte de tus intervenciones políticas. Debate que nunca yo empiezo porque… ¿A quién le importa lo que yo diga? ‑decían Alaska y los Pegamoides‑. Parece que a ti sí, Dionisio. Y me fortalece saberlo. Eso me basta para acatar tu deseo de finiquitar el asunto hasta que suene la alarma otra vez.