Tiempo de exámenes

07-06-2008.
Estrés, angustia, ansiedad, nerviosismo, agotamiento, alteración del sueño… Se acercan las últimas pruebas que tanto atormentan a niños, adolescentes y jóvenes de las diferentes etapas educativas. Es tiempo de exámenes. El profesorado de Secundaria imita el modelo de evaluación universitario. Los docentes de Primaria reproducen la forma de evaluar de las enseñanzas secundarias. «Hay que prepararlos para lo que les viene después», justifican. Pero, ¿se deben utilizar las mismas técnicas de evaluación del Bachillerato y de la Universidad en las enseñanzas obligatorias? ¿Qué alternativa hay al modelo tradicional de examen?

Durante el proceso de enseñanza‑aprendizaje, las actividades deben combinar la socialización (trabajos cooperativos) y la autonomía individual. La motivación debe emanar de las propias actividades; pero en la mayoría de los casos son las calificaciones las que despiertan el interés por aprobar, más fuerte que el interés por aprender.
La escuela sigue imitando comportamientos tradicionales. Los docentes reproducimos los modelos en que nos educaron y las teorías pedagógicas más innovadoras no encuentran espacios donde aplicarse. ¿Cuánto tiempo llevamos utilizando el concepto de evaluación continua? Pocos lo han sabido aplicar. La mayoría del profesorado, sobre todo en Secundaria, cree que consiste en examinar continuamente, por lo que surgió un nuevo concepto: el control, recurso primordial para mantener la autoridad cuando ésta no emana de la personalidad pedagógica. El miedo al suspenso eleva la categoría del profesor y obliga a estudiar al alumno, aunque su interés sea nulo. Importa menos cómo se aprende, qué se aprende y para qué aprendemos, que el resultado final de la calificación.
Los exámenes en las enseñanzas obligatorias dictan éxito o fracaso sin tener en cuenta las circunstancias que rodean a cada sujeto. ¿Qué hacemos con los que fracasan? ¿Consideramos fracasado a un alumno que sabe siete de diez preguntas? ¿Y lo que no ha aprendido, es importante? Si lo es, ¿qué hacemos para que lo aprenda? En la práctica, después de los exámenes tradicionales, consideramos con éxito a quien obtiene el 7 y continuamos enseñando temario sin importarnos las lagunas que quedan atrás. A los suspensos les damos una segunda oportunidad (recuperación) en la que, probablemente, vuelvan a fracasar por falta de recursos eficientes que los motiven o les ayuden a desarrollar la capacidad de pensar, comprender y aplicar lo que estudian.
Hoy, en el autobús urbano, me encontré con un grupo de mis ex alumnos, ahora en primero de ESO, que no podían ocultar el pánico por conocer los resultados de los seis exámenes en los últimos tres días.
—Estudiamos por el examen. No nos interesa lo que nos enseñan. Es un aburrimiento —afirmaba uno.
—Todos los días igual: desde las ocho y media de la mañana a las dos y media de la tarde. Por la tarde, los deberes y a estudiar. Ahora dicen que nos van a llevar a Isla Mágica. Será para refrescarnos la cabeza —reforzaba otro.
El sistema de evaluación no ha cambiado. Las diferentes formas de calificar («el mismo perro con distinto collar») en la educación obligatoria, clasifican, jerarquizan y discriminan. En una sociedad participativa, democrática y solidaria, el primer aprendizaje es reconocer nuestras diferencias y respetarlas. La cooperación, la autonomía, el aprendizaje por descubrimiento… tendrán sentido en un nuevo modelo radicalmente diferente en el que la evaluación oriente a nuestros alumnos y a nuestras alumnas en cómo pueden mejorar. También supone analizar nuestro propio trabajo docente para encontrar, profesorado y alumnado, respuestas más adecuadas a los problemas del aula, en coherencia con los principios pedagógicos que inspiran la acción educativa.
Hablamos de cooperación y solidaridad mientras fomentamos el individualismo. El examen es una sentencia, cuando debería ser una indagación para reconducir el proceso si fuera necesario, convirtiéndonos en exploradores de la enseñanza‑aprendizaje, lo que requiere necesariamente un modelo alternativo.
Las “ayudas”, antes y durante las exploraciones, son fundamentales.

Deja una respuesta