Exploradores del saber (Tiempo de exámenes, 2)

13-06-2008.
El maestro intentaba hacer ver a sus alumnos de 5.º de Primaria la necesidad de los seres humanos por descubrir, pensar, inventar, explorar…
—Al fin y al cabo es lo que nos distingue de los demás seres vivos —les aseguraba—. ¿Qué os parece si exploramos nuestros conocimientos?

—¿Qué es eso?
—Es una prueba escrita en la que os pregunto de diferentes formas lo verdaderamente importante de cuanto hemos aprendido en la última unidad didáctica.
—Eso es un examen.
—No. Lo llamaremos exploración porque, aunque tiene formato parecido, es muy distinto. No habrá calificaciones.
—Entonces… ¿para qué lo hacemos?
—Necesitamos comprobar si, con el esfuerzo que hemos hecho, conseguimos los objetivos fijados. También, si somos competentes para aplicar lo aprendido y resolver las dificultades.
—¿Qué malo tienen las notas? A mi padre le importan mucho…
—Las notas o calificaciones convierten el aprendizaje en una competición entre vosotros mismos. Hay compañeros que se bloquean o sufren ansiedad con esta forma de medir su trabajo. Vuestras familias aprendieron así, pero los tiempos cambian.
*****
En la escuela, los exámenes tradicionales no tienen lugar en la evaluación continua. Es necesario encontrar otras fórmulas que respeten la diversidad y fomenten el interés por mejorar, así como el placer de aprender cooperativamente.
Al finalizar cada unidad didáctica, una prueba escrita debe complementar los registros de la observación directa para facilitar el diagnóstico de la situación del grupo y de cada individuo. A partir de este análisis, las estrategias de aprendizaje horizontal mejorarán las competencias en la resolución de las cuestiones planteadas. Los más “adelantados” reforzarán lo aprendido al enseñar a sus compañeros más inseguros a comprender y a razonar lo que previamente se trabajó de forma magistral. El espíritu de equipo para conseguir el éxito colectivo tendrá sentido si creamos el ambiente adecuado. El docente se convierte así en orientador y animador del proceso, implicándose en los casos que requieran su intervención.
En la segunda exploración, con similares planteamientos, es previsible que la mayoría consiga una mejora importante con las ayudas organizadas. Si fuera necesario, una tercera exploración, posterior a los nuevos refuerzos de compañeros y profesor, proporcionaría los resultados que buscamos.
¿Se pierde tiempo logrando que todos aprendan aunque haya que prolongar el proceso? Decididamente no. Ganamos todos: los que ayudan, en generosidad; los que reciben, en conseguir lo que por sí solos no han podido lograr. La única forma de educar en la solidaridad, es viviéndola. La integración, puesta en práctica correctamente, es la mejor escuela de respeto por las carencias de cada uno, en especial del alumnado con necesidades educativas significativas, que tiene su propia adaptación curricular individualizada y en la que el apoyo del maestro o la maestra especialista es fundamental.
Esta es la pedagogía del mundo mejor que queremos. La competitividad llegará después de la educación obligatoria. Nada podemos hacer los docentes en ese inmenso océano consumista en que se ha convertido nuestro globalizado planeta; pero, mientras tanto, debemos tener en cuenta que «educar no debe ser dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida» (Pitágoras).

Deja una respuesta