El oficio de maestro

20-10-07.
Gracias Julián Gómez. Gracias Mariano Valcárcel. Gracias Manolo Ballesta. Me habéis aportado diferentes visiones de esta dificilísima profesión de maestro que hemos ejercido durante toda una vida. Estoy seguro de que los tres habéis dado la talla, aunque las sensaciones sean diferentes. La rectificación de Julián, no asumiendo la intención del archivo que envió, lo crece en categoría humana y profesional. El lamento permanente de Mariano Valcárcel sobre los sufrimientos que conlleva esta profesión no le resta un ápice de su buen oficio. Estoy seguro de ello. Y de nuestro mítico Ballesta ¿qué voy a decir? Ya sabía de sus entregas y sus desvelos en su colegio de toda la vida.

Cada uno cuenta la misa según le ha ido. Eso siempre ha sido así. En este caso me vienen de maravilla los tres perfiles que habéis relatado. Los tres son ciertos. ¡El mío, también!
Empiezo dándoos las gracias a los tres, porque el martes participaré en una mesa redonda en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, sobre “El oficio de maestro”. He sido invitado para dar mi visión particular de cómo es este trabajo nuestro de cada día, el más complejo, difícil y apasionante. No diré vuestros nombres, pero me inspiraré en las vivencias que me habéis facilitado.
Nosotros, los maestros, no podemos desanimarnos. Nuestra misión es demasiado trascendental como para perder el aliento. La escuela necesita entrega y entusiasmo. El que le hemos dado, Julián, Mariano, Manolo… y tantos otros docentes de cualquier país del mundo.
Si vivieseis más cerca de Málaga, me agradaría veros el martes en el salón de actos de la Facultad, a las diez de la mañana. No será así, probablemente. ¿O puede que sí? Quizás alguno esté de ronda de vinos por esta tierra y pueda acercarse.
Un abrazo de amistad. La que simboliza esa torre plateada que nos entregarán esta año.
Diego.

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